La duda es bella porque sabe escuchar. Y el que escucha tiene a su vez en su idiosincrasia el no aspirar a imponer sus posiciones porque contempla que es muy posible que tenga que cambiarlas cuando le demuestran (y se lo demuestran porque ha prestado atención para ello) que la suya no es la mejor opción. La duda apuesta por la moderación, por esa calle de en medio que no contagia nunca. Y entrando al trapo, hoy escribo por la Litis, que ya se torna en enfrentamiento, entre los que dicen que se debe celebrar el Día de la Mujer y los que no quieren porque piensan que las concentraciones son fuente de contagio. Analizando la cuestión, lo primero que te viene a la mente es que el 8M de este año se debe suprimir porque es un peligro para la salud pública. Pero ahí debes llamar a la duda, a pensar un poco más, y verás que en estos últimos años la evolución de la mujer hacia la igualdad -digo su evolución, que no su consecución- está en sus mejores momentos y existen unas tremendas ganas de seguir exigiéndolo, de gritarlo, de conmemorarlo y de celebrarlo. Las manifestaciones populares son muy necesarias para el cambio hacia mejor. Ahí está la historia para mostrarlo: los grandes cambios sociales no vinieron de manos de decisiones políticas repentinas y brillantes sino de una previa movilización de la gente que sufre las situaciones y que forzó que los representantes públicos pensaran con más honradez. Por tanto, la manifestación del 8M no es un día más de celebración. No, queridos míos, es el día de nuestras madres, de nuestras abuelas, de nuestras hermanas y, lo que es muy importante, el día que nuestras hijas y nietas y bisnietas exigen ser felices. Ellas son tan importantes para la vida que para mí incluso no sería tan discutible que estuvieran por delante del hombre en la administración de la vacuna, aunque solo fuera por justicia histórica de haber estado siempre pisoteadas. Sí, pisoteadas. Y siguen estándolo porque por mucho que hayamos avanzado, la mayoría de las mujeres, en la mayoría del mundo, siguen estando pisoteadas. De verdad os digo, el 8M quizá sea la fecha más importante del año. Por eso hay que encontrar una solución que pase por la apuesta a la celebración con las previsiones oportunas. Se debe suprimir toda actividad paralela y que las mujeres celebren su día con sus mascarillas y con la distancia más que suficiente entre unas y otras. Y así, encima, con esa distancia la cola llegará el horizonte. Caminarán mirando para el frente y no mirando atrás y no solo para no contagiar a la que va a la espalda sino como símbolo de una historia contra ellas que debería avergonzarnos y hacer que los hombres, al paso de ellas, inmediatamente miráramos para el suelo. Dejadlas que se organicen. Este año lo sabemos todo del virus. Saben los riesgos y sabrán cómo hacerlo. Dejadlas a ellas. Cuando no se las molesta, todo sale bien.

*Abogado