Con esta frase poética de García Lorca: «Ángeles negros volaban por el viento del atardecer. Ángeles con largas trenzas y corazones de aceite de oliva»; y esta otra del poeta norteamericano Willis Barnstone: «Los olivos son ángeles que en la más remota antigüedad despertaron del cielo y bajaron a la tierra», comienzo ‘El espíritu del olivo’. En este libro realizo una amplia referencia a historias, leyendas y mitos, en prosa y verso, que tiene como protagonista el árbol sagrado de los dioses griegos. Cito a escritores y poetas españoles, au nque también extranjeros que complementan mi texto. Pero lo que más me atrae de ‘El espíritu del olivo’, editado primorosamente por la Diputación de Córdoba en 2013, y prologado por la entonces presidenta, María Luisa Ceballos, es la portada: un dibujo de Ginés Liébana muy especial, su habitual ángel varea un olivo. Este árbol tomó de la antigua cultura clásica, la sabiduría. El olivo ateniense era hijo de la diosa de la inteligencia, Atenea. Se puede decir que la inteligencia y sabiduría surgen de este árbol bendito. Árbol milenario y Ginés, artista también bendito y centenario. Acaba de cumplir cien años con la inteligencia y sabiduría de siempre. Hace tiempo le llevé aceite de oliva virginal por encargo de la señora viuda de Alférez. No olvido su casa nada convencional, la de un artista, de un poeta, de un pintor. Lleva los años, la senectud, no solo con sabiduría e inteligencia, también con serenidad interior y alegría exterior. Cumplir 100 años es una gran dicha, la de seguir viviendo plenamente.

* Periodista