Cuando un magnate se mete a ecologista, yo me sujeto la cartera. No se vuelven humanistas ni filántropos de golpe, es, sencillamente, que han olisqueado un nuevo yacimiento de riqueza (para ellos). Tuvo que venir Al Gore para que empezáramos a darnos cuenta de que aquí había un gato encerrado que desprendía olor a cuerno quemado. La cuestión saltó a la opinión pública porque Gore había sido candidato Demócrata a la presidencia de EEUU, y cuando Bush hijo le hizo un Biden en Florida (en esto de los pucherazos montan tanto Demócratas como Republicanos), Gore vio la luz verde de la ecología, no importaba que poseyera una mina de zinc súper contaminante que le daba pingües beneficios en Tennessee. El nuevo rayo verde le ha hecho especialista en puertas giratorias y lo tenemos en Apple, Google, etc., habiendo multiplicado por cincuenta su patrimonio. Ahora tenemos a un nuevo ecologista bien cotizado en el Nasdaq de Wall Street, Bill Gates. El cofundador de Microsoft, deslumbrado igualmente por el rayo verde (quién se lo iba a decir a Julio Verne) aboga por la supresión del consumo de carne, especialmente vacuno, porque sus ventosidades de etanol atacan a la atmósfera. Este denodado luchador contra los pedos, que puso a su sistema operativo el nombre de Windows (ventanas), quizás porque ya se preocupaba por la ventilación de los malos olores, tiene un secretillo, no solo es el mayor propietario de EEUU de tierras agrícolas sino que investiga en la producción de carne artificial a base de... productos agrícolas. El dólar es de color verde, debe ser por eso. Y en cuanto a George Soros, el millonario metido a aprendiz de brujo, es el adalid de lo que llaman la ingeniería social, que consiste en dirigir a la gente en lo que debe hacer, pensar, cómo cambiar su modo de vida, y en dirigir un cambio radical en la composición étnica de los países. Al menos ya tenemos localizados a tres listos muy listillos dispuestos a hacer negocio, por nuestro bien, claro. Si a ello unimos el Foro de Davos, el Grupo de Puebla, el Club Bilderberg y a tontos útiles que les dan oídos como Zapatero o Sánchez, mi consejo es ése: sujétense la cartera.

* Escritor @ADiazVillasenor