Seguramente, haya quien piense que hablar de brecha salarial en tiempos de pandemia sea una osadía, pero las mujeres estamos batallando para vencer al dichoso covid-19 y, como siempre, volveremos a salir más perjudicadas de esta crisis que los hombres. Gran parte de la carga de trabajo remunerado durante esta crisis corresponde a empleos altamente feminizados como la sanidad, limpieza, dependencia o comercio, que ahora son de repente «servicios esenciales», pero que para nosotras siempre lo han sido. No solo somos mujeres fuertes y generosas que trabajamos en los servicios esenciales, sino que somos esenciales, estamos en la batalla a riesgo de perder la salud en ello, pero luchamos siempre en desigualdad de condiciones.

Porque cuando hablamos de brecha no solo hacemos referencia a los salarios, hablamos de desequilibrios palpables en muchas facetas de la vida, agudizados en tiempos de pandemia. Aquí, no puedo olvidarme de las mujeres que teletrabajan, que a la vez asumen las tareas de la casa y los cuidados familiares. Cuidados que deberían ser concebidos como trabajo y repartidos por igual.

Durante esta pandemia, la tarea de los cuidados está recayendo sobre las mujeres. No es mi opinión ni una soflama feminista, son datos de la Seguridad Social. Así, comprobamos como el 88% de las 25.672 excedencias por cuidado familiar solicitadas de enero a junio de 2020, fueron para las mujeres. Es decir, de cada diez trabajadores que piden una excedencia, nueve son mujeres.

Y es que, una vez más, nos toca perder. Seremos las mujeres las que peor paradas saldremos de esta crisis, pues serán los salarios más bajos los más perjudicados, y en eso no nos gana nadie. Según los últimos datos tributarios (2019), las cordobesas percibimos de media 3.723 euros menos de salario que los hombres al año, sitúandose la brecha en casi un 22%. Además, esta brecha se dispara en función de edad o de los sectores. Por ejemplo, en las mujeres mayores de 65 años es del 49%, y si hablamos de la agricultura o la ganadería, la brecha entre hombres y mujeres se sitúa en un 46% en nuestra provincia.

Si seguimos con el ritmo actual hacia la igualdad salarial, la brecha no se eliminaría hasta 2046. Sin embargo, ha llegado el covid-19 y, según la ONU, la tasa de pobreza de las mujeres aumentará un 9,1%. No hay que tener una bola de cristal para saber que seremos de nuevo las paganas de esta crisis.

Si de verdad queremos salir de esta crisis mejores y con más igualdad, tendríamos que cambiar la legislación laboral, aprobar directivas de transparencia salarial, ofertar más escuelas infantiles públicas y gratuitas, reforzar las plantillas de inspectores para detectar los fraudes, ejecutar sanciones disuasorias para las empresas que incumplen sistemáticamente el artículo 28 del Estatuto de los Trabajadores en lo referido a igual salario por trabajo de igual valor. En definitiva, tenemos que buscar mecanismos decididos para erradicar todo tipo de discriminación, incluyendo la salarial.

Para todo ello, sólo se necesita voluntad, consenso y trabajo.

Mientras, en este Día de la Igualdad Salarial sólo podemos decir que, una vez más, nos toca perder a nosotras.

* Secretaria de Organización y Mujer de UGT Córdoba