Escena 1. Kike Osorio repasa de nuevo los precios por litro de la cerveza del supermercado. Se esfuerza un instante en calcular cuántas latas de más se lleva con seis euros, menos el precio de una bandeja de mollejas de pollo. En casa, llenará una botella de plástico con mitad de agua y mitad de cerveza, la enfriará y se la beberá con las mollejas fritas delante del televisor.

Escena 2. Piso de 30 metros de Kike Osorio. Una mesa camilla redonda, un sofá, dos sillas, un baño con ducha, un armario de madera de pino. En la pared del sofá, una foto en blanco y negro, grande, de dos boxeadores. El más alto, cien kilos de piedra, ha conectado un segundo puñetazo mientras su rival caía, y parece estar a punto de darle la vida a una estatua blanda. El boxeador tiene la cara de Kike Osorio. Era su padre, Jacobo Osorio, campeón del mundo de pesados en 2035.

Escena 3. Suena el teléfono. -¿D. Enrique Osorio? -Sí. -¡Osorio! ¿Te acuerdas de mí o qué? Del colegio, Paco Mena. -¿Pacomé? -El mismo. ¿Te pillo bien? Te llamo por un cliente, igual lo conoces, Áxel Gómez. -Sé quién es. -El tío está obsesionado con tu padre. Dice que empezó a boxear por él. Yo callado, ¿sabes? No le decía "que sepas que yo he jugado al fútbol en casa de Jacobo Osorio". Pero el otro día me hizo un encargo muy específico que te quiero comentar. -Tú dirás. -Una cosa antes, tu hermana ya no vive, ¿verdad?

Escena 4. Oficinas de Post meridiem legal. Mena ve que Osorio duda sobre si firmar el contrato y se lanza. "¿Tú crees que tu padre no lo habría firmado? ¡Imagina, el dinero más fácil! ¿Tú me dices que tu padre, da igual que se retirara invicto, cuando se quedó sin un duro no habría firmado esto? ¿Que tu padre con cincuenta años no habría firmado un combate con un tío más joven aunque supiera que lo iba a machacar? Kike, claro que lo habría firmado. Y es que además no es tu padre, es la imagen de tu padre. Yo por la imagen no tengo ni que pedirte permiso, mira lo que digo. Tú firmas para ceder la memoria, para que se haga bien y limpio. ¿Tú quieres que en vez de hacerlo aquí limpio este tío se vaya a Ghana a que el deepfake del anuncio se lo hagan sin que tú veas un duro?".

Escena 5. Áxel Gomez se mira en el espejo, el albornoz abierto. Casi no se nota la ginecomastia. Flexiona los músculos. Se ríe. Romperle la cara a Osorio le va a costar casi gratis. Ten hijos. Dentro de cien años quién distingue si esto fue verdad o no. Que lo estudien. Go Áxel go.

Escena 6. El anuncio dura exactamente un minuto. Sale Osorio en su mejor momento, paladeando cada palabra que espeta a Gómez. Parece enajenado, pero es él: la voz, el rizo negro en la nuca. Suena una campana y Gómez comienza a darle golpes imposibles, que no encuentran defensa. Aparecen en la cara de Osorio cortes, sangre, un ojo imposible de abrir. Cae de rodillas mientras se palpa la boca entreabierta: le falta un diente. Mira a Gómez suplicante, deseando el final. Gómez sonríe a cámara un segundo y ejecuta. La imagen funde lentamente a negro.

* Abogado