En los primeros meses de pandemia resultó sorprendente comprobar que aquellos países que gestionaban mejor la crisis, con medidas más creativas, estaban liderados por mujeres. Nos referimos a Alemania, Taiwán, Nueva Zelanda, Islandia, Finlandia, Noruega y Dinamarca. ¿Existe realmente un liderazgo femenino? ¿Sería el más adecuado para afrontar las situaciones de crisis?

En el reciente estudio que hemos dirigido desde el Observatorio de Liderazgo en la Empresa, de la BSM-UPF, con una muestra paritaria compuesta por más de 150 directivos y directivas, de manera unánime las mujeres creen que ellas lideran mejor sus empresas. Y también lo creen mayoritariamente los hombres.

Parecería cierto que las líderes deben superar más obstáculos hacia el poder, lo cual las haría más resilientes y flexibles, cualidades esenciales para afrontar una crisis. Pero ¿existe una tendencia a reservar para las mujeres los peores puestos o aquellos en los que existe mayor riesgo de fracaso? A este fenómeno se le denomina glasscliff, el precipicio de cristal. Las mujeres deben resolver las situaciones complejas, pero una vez alcanzados los resultados, se las precipita nuevamente hacia abajo.

Y es que el concepto de liderazgo femenino parte del convencimiento de la diferencia sexual, que pone en valor las características tradicionalmente adscritas a la feminidad, tales como la sensibilidad, la comprensión, la negociación, la prudencia, la evitación del conflicto, o la intuición. En mi opinión, este discutible posicionamiento es una trampa, ya que presupone una menor capacidad de las mujeres en el ejercicio del poder, circunstancia que justificaría su escasa presencia en los puestos de dirección.

Se argumenta como una causa de la brecha salarial que las mujeres no defiendan con el mismo ahínco ni sus condiciones de trabajo ni su promoción profesional.

La vicepresidenta de NetApp, la mujer tecnológica más importante del mundo, la catalana Anna Navarro Schlegel, me dice despacito: «Cuando vayas a negociar, hazte una lista de tus necesidades y requerimientos. Y dila entera».

* Periodista y psicóloga