La moda es un término estadístico, una medida de la tendencia, que representa el valor que aparece con mayor frecuencia -es decir, que más se repite- en un conjunto de datos. Pero la acepción más utilizada popularmente es la del uso o costumbre en boga durante un tiempo y el gusto colectivo por algún aspecto determinado. A eso voy.

Secuencialmente, aparecen o se generan sorpresivos comportamientos de la gente -con una componente mimética- que los hace ser extensivos y bastante generalizados. Se dice entonces, que están de moda.

Algunas de las modas han aportado estilos o identificaciones de ciertas épocas, a lo largo de la historia, que han significado unas características diferenciales. En el mundo actual están proliferando muchas modas con un discutible valor estético y otras, incluso peligrosas. Haciendo referencia al título del artículo, se ha puesto de moda, entre los jóvenes y algunos maduritos, mostrar los tobillos al aire en invierno.

Consiste en prescindir de los calcetines y complementarlo con pantalones pesqueros o arremangados, que dejen ver los maléolos. Objetivamente, no deja de ser una insensatez, máxime cuando al mismo tiempo los portadores suelen lucir tupidos gorros, guantes y superlativas bufandas. Pero lo más sorprendente es que se ha puesto de moda, también, lucir en verano los denostados calcetines invernales -cuanto más largos mejor- de marca, y acompañados de bermudas y calzado deportivo. La estulticia humana alcanza límites insospechados.

El catálogo de modas y el borreguismo, alcanza limites insondables. La manía de cubrirse la epidermis, hasta en los más insólitos rincones, con imágenes y textos tatuados -ciertamente, algunos de alta calidad artística- ha ocupado el antiguo espacio protagonista de los marineros y presidiarios. Los vaqueros descosidos, deshilachados y llenos de agujeros, es otra de las aportaciones del fenómeno moda, aunque también es verdad -por qué no decirlo- que la belleza de la juventud lo aguanta todo y hace incluso vistosas las andrajosas vestimentas. Los horribles -a mi entender- cortes de pelo degradado, con afeitado de nuca y circunvalación craneal o lateral, dejando una peluda boina o un asimétrico mechón, son ahora la imagen juvenil de moda. Hace tiempo ya, la inclusión de aretes metálicos o piercing -que pueden ser estéticos en los lóbulos de la oreja- han ocupado zonas incluso molestas como la lengua, los pezones, la nariz y los órganos sexuales. La obtención de selfis o videos para subirlos a redes sociales, han propiciado innumerables accidentes e incluso muertes, al tratar de buscar situaciones o escenarios insólitos y arriesgados. El balconing, o los peligrosos y a veces mortales saltos desde los balcones de pisos superiores hasta las piscinas en los hoteles, tiene como líderes indiscutibles los jóvenes hijos de la Gran Bretaña, posiblemente potenciados por el alcohol o la droga. Sin lugar a dudas, una de las modas más sorprendentes es el bugchasing, que consiste en buscar contactos sexuales, intencionadamente, con seropositivos, sin protección. Los practicantes, que se autodenominan bugchasers, parece ser que encuentran en ese riesgo una excitante subida de adrenalina. Según datos, hay más gente que lo practica de lo que parece y no son, precisamente, personas marginales.

Imagino, que Filomena habrá puesto firmes estos días a muchos tontainas tobilleros.

* Académico correspondiente de la RAC

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