El mismo día en el que el catedrático de estadística de la UCO José María Caridad nos avisa sabiamente de que, al actual ritmo de vacunación, harán falta tres años para inmunizar al 70% de la población (porcentaje que hará de nosotros ese rebaño que bala contento, a salvo del lobo-covid) empiezan a surgir alcaldes que se han puesto la vacuna fuera de turno «porque sobraban dosis». Más o menos esa es la explicación que han dado la alcaldesa de Torrecampo en Córdoba y otros beneficiarios de la inmunidad avant la lettre, o sea, antes de que les tocara y sin pertenecer a grupos de riesgo. Así, los alcaldes de El Verger y Els Poblet (Alicante), que además son pareja, el de Rafelbunyol (Valencia), algún teniente de alcalde o concejal y varios funcionarios. Lo usual es que si queda un poco de Moderna o de Pfizer al fondo del frasco se lo inyecten a sanitarios, o, como en Cantabria, a los suplentes de la lista de vacunación, una idea tan sencilla como justa y eficaz.

Igual le dijeron: Señora alcaldesa, sobra una dosis, ¿quiere que se la pongamos? Y ella dijo que sí. ¿Qué hubiera dicho yo? Quién sabe, pero tal y como está el horno, a quién se le ocurre hacer uso de privilegios.