Se va 2020, que nos ha traído de cabeza, y esperamos 2021, confiando encontrar el cráneo de fray Juan de la Puebla, fundador de la provincia franciscana de Los Ángeles. La reliquia de la cabeza del venerable fraile de Belalcázar fue depositada en el convento de Santa María de los Ángeles en Hornachuelos. Allí recibió veneración duran varios siglos, hasta que en el año de 1835 su afamada testa salió intramuros por la desamortización de Mendizábal y exclaustración de la comunidad. La calavera envuelta en paño rojo fue trasladada a Posadas por el guardián del convento, fray Antonio Rodríguez de los Santos.

El siete de junio de 1876, un grupo de frailes de la orden de San Francisco, junto al párroco y arcipreste de la Asunción de Palma del Río, el licenciado Cayetano Salamanca García, levantaron acta de la recogida y entrega del cráneo a la abadesa del convento de Santa Clara de Palma del Río. Nos imaginamos que las religiosas debieron colocar en un sitio digno pero no de culto la reliquia de tan insigne fundador.

Las monjas clarisas palmeñas permanecieron en Santa Clara hasta el asalto e incendio del convento en 1936. Antes, fueron desalojadas ante el riesgo que corrían aquellas religiosas y pudieron sacar algunas pertenencias que fueron ocultadas en casas particulares. Los asaltantes quemaron un rico patrimonio religioso, pero ¿qué pasó con el cráneo de fray Juan de la Puebla? Acabada la guerra civil, las monjitas volvieron al convento, pero quizás tomaron una decisión de ocultar la reliquia en la parroquia de la Asunción, en el crucero, tras el altar de San Nicolás de Bari.

El veterano sacerdote José Rodríguez Jiménez conocía todos los detalles de aquel misterioso traslado y emparedado. Parte de esa historia se la contó a un joven seminarista Manuel Nieto Cumplido. Si las piezas encajan, estaríamos ante la enigmática reliquia. Me parece que la mejor forma de olvidar un año de cabeza es comenzar con un año de cráneo. No seas calavera.