Sin duda las campanadas que suenen este año la noche de San Silvestre tañerán melancólicas. 2020 vino con la alegría de otros muchos y se va a ir apostrofado y en silencio. Nadie quiere a estas alturas cuentas con él y permanecerá zaherido y señalado con esa triste marca que la Historia confiere a los tiempos oscuros. Aunque en estas últimas semanas, a modo de último intento para cumplir con las esperanzas que todos ponemos en cada primero de enero, nos haya adelantado un poco los Reyes Magos y cierta ilusión con la llegada de las nuevas vacunas. Especialmente las basadas en el ARN mensajero cuyo éxito empezaría a cimentar uno de los caminos hacia los nuevos mundos en los que ya se está desenvolviendo la Medicina de la década que iniciamos. A poco que uno siga las revistas científicas vamos a registrar avances insospechados.

Lo leo digitalmente en una de ellas, mientras hago cola con el móvil en la mano, ante la oficina de Correos de Cruz Conde que constituye ya una estampa familiar en estas mañanas navideñas. Después han saltado dos nuevos memes transformando, tras vacunarse, a un ama de casa en una vamp despampanante y a un adonis de gimnasio en una especie de perro Cerbero. Y luego una última hora sobre cómo el Reino Unido apura las negociaciones para cerrar su salida de la UE. Además mi consecutivo en la cola ha empezado a comentar con su subsiguiente que vivimos en un mundo kafkiano. Un coctel que agitado, no mezclado, me trae a la memoria la sátira que del brexit y de los populismos realiza en ‘La cucaracha’ uno de los mejores escritores actuales por calidad de prosa, agudeza y originalidad en sus planteamientos. Me refiero a Ian McEwan que, invirtiendo el arranque de ‘La Metamorfosis’ de Kafka, convierte en sus páginas a uno de estos insectos en un premier británico (aunque son más los transformados en políticos ) nada esquivo a situarse por encima de todo y de todos incluidas las normas más elementales de la democracia.

Para ello habilita una teoría económica llamada reversionismo por la que uno paga por trabajar y recibe dinero por comprar. La ley le prohíbe acumularlo y si lo mete en un banco generará intereses negativos. De forma que cuanto mejor y más costoso sea el empleo que encuentre, mas deberá comprar para compensarlo, con lo que la economía se incentivará, habrá trabajadores más cualificados, productos de mayor calidad y se llegará al pleno empleo. La pugna entre reversionistas y avantistas nos proporciona páginas plenas de humor y de situaciones insólitas sobre nuestras economías y clases políticas (sin olvidar que los protagonistas son insectos que velan por sus propios objetivos y la prosperidad de su especie).

Cabe decir que Kafka nunca dijo que el insecto en que se transforma Gregor Samsa fuese una cucaracha. Es más, hasta llegó a pedir que el bicho (¿les suena?), que describe con bastante detalle, no debería ser dibujado, ni siquiera mostrado desde lejos. De esta manera, a lo largo de los años, se ha vuelto un reto para los entomólogos clasificar tan singular quimera. El que más se aproximó fue Wladimir Nabokov, el autor de ‘Lolita’ que era un buen estudioso de las mariposas (estaba a cargo de la colección de la Universidad de Harvard y en su honor existe el género Nabokovia) quien lo configuró como un raro coleóptero (concretamente un escarabajo). Pero nadie ha podido desbancar a la cucaracha. Miquel Barceló, fan de la obra desde niño, ha aportado su particular interpretación en una nueva edición, ilustrada con sus acuarelas, aparecida hace pocas semanas. Kafka que estuvo al borde de la muerte durante la gripe del 18, acumulándola a una tuberculosis, y que sabía algo de confinamientos volvió sobre el tema en ‘La madriguera’ esta vez humanizando otro «bicho» que temía salir al exterior... (no les digo...).

Por cierto que Nabokov daba clase en el Wellesley College, centro en el que estudiaron, entre otras ilustres damas, Hillary Clinton, o Madeleine Albright, en el que transcurre la acción del film ‘La sonrisa de la Mona Lisa’... Y que desde hace casi 40 años es uno de los más antiguos socios de la UCO a través del programa Preshco.

Quien no se ahorraba invectivas contra la salida británica de la UE era el recientemente fallecido John Le Carré, antítesis de Ian Fleming y creador de espías sin billete de vuelta, surgidos del frio y de los espejos. Crítico con la demonización de Europa y con un Boris Johnson «sin ninguna relación con la verdad» quería que su última novela, ‘Un hombre decente’ -en la que se fustiga, a veces abruptamente, el brexit- coincidiese con el abandono de la Unión por el Reino Unido. Pero sabiendo que no viviría para ello, permitió su publicación el pasado año. Aunque lo kafkiano para mi consecutivo y su subsiguiente era lo de pagar intereses por los depósitos y recibirlos por las hipotecas, de ahí mi asociación del checo con McEwan. Las colas de la pandemia son cada vez más filosóficas.

* Periodista