Querido y amado Amigo: Como sabrás, nos estamos acercando otra vez a las fechas de Navidad, en que se festeja mi nacimiento, se celebrarán fiestas, se reunirán familias, amigos y me alegro, eso sí, condicionados por la pandemia del covid. Pero hoy en día, da la impresión de que mucha gente apenas sí sabe por qué motivo se celebra mi cumpleaños, no saben bien de qué se trata. ¡Imagínate!, tantísimas veces que no me sorprende, Llega mi cumpleaños y solo piensan en las compras y regalos, yo no pinto para nada en todo esto, me mantengo al margen. Además cada año los regalos de Navidad, pinos y adornos son más sofisticados, gastan fortunas tratando con esto de impresionar a sus amistades. Esto sucede inclusive en los templos. Como bien sabes, yo pedía muy pocas cosas en mi vida. Pedí una posada, antes de nacer, pensando sobre todo en mi madre. Pedí a Zaqueo que me alojara en su casa, y a otro buen amigo el salón para celebrar la Pascua. Pedí un par de veces agua para beber. ¡Ah!, y también pedí un burrito para hacer mi entrada triunfal en Jerusalén y así, no dejar mal al profeta Zacarías.

Me agradaría muchísimo más nacer todos los días en el corazón de mis amigos y que me permitieran morar ahí para ayudarles cada día en todas sus dificultades, para que puedan palpar el gran amor que siento por todos, porque no sé si lo sabes, pero hace dos mil años entregué mi vida para salvarte y mostrarte el gran amor que te tengo. Por eso lo que pido es que me dejes entrar en tu corazón. Mira, yo estoy llamando a la puerta, si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos. No me interesan las cosas, me interesaban las personas. No me canso de pedir amigos: amigos que me sigan, que estuvieran conmigo, que continuaran mi tarea. Mira, tengo unas ganas tremendas de seguir «haciendo el bien», pues veo a tanta gente triste y necesitada. Me muero de pena al ver que muchos niños no sonríen y mueren prematuramente. No puedo soportar la imagen del joven que camina a la deriva, y se hunde en la desesperación... y no digamos otro tipo de violencias y de guerras; el que unos se aprovechen de otros, que siga habiendo personas y pueblos sin libertad, sin trabajo y sin dignidad. En fin, no voy a repetirte todo lo que tú sabes. Este será el mejor regalo que me puedas dar. Te pido que sonrías, aunque no tengas ganas de hacerlo, pero sabiendo que yo lo quiero. Comparte, aunque te cueste, pero piensa que yo lo haría. Reconóceme en todos, acéptalos y perdónalos, como yo te perdono a ti. Quiérelos. No te preocupes, te enviaré mi Espíritu, mi fuerza, para actuar yo desde ti. Te enseñaré el modo y la manera, te daré la fuerza y la capacidad. Tú y yo seremos, te lo aseguro, un Dios para cada hermano/a. Te lo pido por el amor y por el dolor de los excluidos, por todo lo que más quieras. En espera de tu respuesta, te mando un beso de amistad. Tu amigo Jesús de Nazaret.

* Licenciado en Ciencias Religiosas