He tenido la fortuna de conocer y de haber compartido charlas y experiencias con Francisco Núñez de Prado, un hijo predilecto de Baena, un buen padre para el aceite de oliva virgen extra y un gran maestro para quienes tenemos que ver con el sector oleícola español.
Es una de las personas que más orgullo me produce haber tratado, persona generosa, sencilla y fecunda. Era un hombre que, en lugar de correr, recorría y, por tanto, te acompañaba en los razonamientos, en las emociones o, simplemente, en los paseos con intensas conversaciones, casi siempre en torno a la cultura o la agricultura. Supo conjugar cultura y agricultura para dotar al aceite de oliva de un relato épico, para presentarlo en un recipiente atractivo, para elevarlo como ingrediente gastronómico único e, incluso, para convertir su producción en un motivo de atracción y curiosidad de miles de visitantes. Francisco Núñez de Prado fue uno de los grandes civilizadores del aceite de oliva virgen extra y embajador del mismo en el mundo.
Toda la gran familia del olivar y de su producto estrella, el aceite de oliva virgen, ha reaccionado unánimemente en la expresión de dolor por su pérdida y en la de admiración por el importante legado que nos deja.
He seguido con interés y cariño ese caudal de palabras de primera prensa que han brotado tras la pérdida de Francisco Núñez de Prado, porque, en todas ellas, he encontrado la oportunidad de sentir su vida y su actitud ante ella. Están escritas con tinta de aceite y, por tanto, se agrandan y se expanden con el mismo espíritu generoso de Francisco. Todos tuvimos la suerte de que el aceite estuviera en sus manos para darle el esplendor y la brillantez que merece como producto alimentario.
Es conocido su espíritu innovador, su manera de aportar calidad diferenciada al aceite, su valentía exportadora y su compromiso con la naturaleza que proporciona el fruto. Son iniciativas con las que se adelantó a su tiempo y que, incluso ahora, van a jugar un importante papel en el futuro del sector del aceite de oliva virgen. Como empresario y productor, abrió muchas puertas y dejó el camino más claro y despejado para nuestro liderazgo en este producto estrella. Por eso, su muerte es una pérdida muy sensible para quienes formamos parte del sector oleícola.
Descanse en paz y quede su recuerdo con nosotros.