En esta vida, que no es demasiado duradera aunque el profesor José Luis Cordeiro (Singularity University) esté poniendo todos sus empeños en lo contrario, debemos ser coherentes, sobre todo en nuestra madurez o edad adulta porque, en fin, todos podemos comprender que en la infancia, adolescencia, juventud, se sea poco coherente, que se diga una cosa y se haga otra, que se piense algo hoy y mañana todo lo contrario. Esto lo podemos entender, pero en la madurez resulta poco menos que insoportable.

No es fácil para mí escribir sobre la Escuela Concertada ni sobre la Escuela Pública, ni siquiera es fácil hacerlo sobre la nueva Ley educativa. Pesa sobre mí una especie de esquizofrenia que os explico enseguida. Por una parte, tengo a mis hijos repartidos entre la pública y la concertada y me siento verdaderamente satisfecho de la educación que reciben en ambas instituciones. Por otra parte, la conocida ya como ‘Ley Celaá’ que tan arrinconada va a dejar a la escuela concertada y mucho más a la privada, es la que va a poner de nuevo en valor a la Filosofía, materia a la que, como todos sabéis, dedico mis esfuerzos vocacionales y profesionales en la escuela concertada. Así que en esas me veo, casi entre la espada y la pared, o con la espada de Damocles en la cabeza en la que unos intentan tirar de mí hacia un lado y otros hacia otro.

Pero en la vida, ya lo he dicho al principio, hay que ser coherentes. Aquí no vale la esquizofrenia. Y me resultan nada llevaderas las incoherencias absolutas de un gobierno como el que actualmente dirige nuestro Estado que juega a no sé qué juego exactamente pero en el que manejan a su antojo conceptos como el de propiedad privada y propiedad colectiva, y conceptos igualmente como el de la esfera o ámbito privado y la esfera o ámbito de lo público. Para manejarlos con coherencia se deberían tener una bases éticas fuertemente consolidadas, que es precisamente, no me cabe duda alguna, de lo que carecen esta pléyade de incongruentes y disparatados. Quien se defina a sí mismo como socialista, o como militante de Podemos o, como solemos denominar, de izquierdas en general y defienda a capa y a espada «lo público» casi como un derecho inalienable no puede actuar de ninguna de las maneras dando la espalda a lo privado o concertado, en este caso, cuando se trata precisamente de lo colectivo y no dar esa misma espalda cuando se trata de aplicar estos principios ideológicos en la esfera de lo privado. Vamos, te lo voy a decir claro, no se puede defender el arrinconamiento, y si pudieran supresión, de la Escuela Concertada y Privada, mientras firmo las escrituras para adquirir en propiedad privada una vivienda de no sé cuántos cientos de miles de euros. No me cuadra de verdad, por muchas vueltas que lo doy a ello. Solamente me lo podrían justificar, y es justificable además, si se defienden, y es loable, unos principios ideológicos híbridos como los que se sustentan bajo el Estado de Bienestar en el que lo privado y lo público se entremezclan para garantizar a todos los ciudadanos de un Estado la seguridad, la gratuidad y la calidad de algunos servicios de primera necesidad pero que no menoscaban, de forma alguna, los derechos a la propiedad privada tanto en lo personal como en lo colectivo. Vamos que si el señor Pablo Iglesias adquiere en propiedad privada y a modo particular una mansión me parece estupendo pero que no pretenda que eso mismo no lo pueda realizar un colectivo, o en el caso de la Educación, que un padre y una madre no puedan elegir con libertad el colegio donde quieren que sus hijos estudien. Porque, no lo olvidéis, y os lo digo muy en serio, la Lomloe, muy a mi pesar, no agranda la libertad de los ciudadanos, sino que, antes al contrario, reduce dicha libertad con su conocida ‘caja única’, es decir, será el Estado quien le imponga a qué centro educativo debe usted mandar a sus vástagos. Menos mal que, al menos, el cuerpo de docentes español, de la pública, concertada y privada, es extraordinariamente bueno. Doy fe de ello.

* Profesor de Filosofía

@AntonioJMialdea