¿Se acuerdan de la canción ‘Resistiré’ del Dúo Dinámico, con letra adaptada al confinamiento, que nos enviábamos allá, por primavera? Nos producía calorcito emocional y nos cohesionaba como grupo que intentaba superar el malestar del encierro y el miedo a la enfermedad. Durante meses, a través de las redes sociales, los más creativos imaginaban todo tipo de mensajes y formatos para alegrarnos el corazón. A la vez, aprendimos a realizar vídeollamadas por plataformas que ni siquiera sabíamos que existían. Así nos sentíamos más cerca, formando una unidad de convivencia y de relación a través de las pantallas. Estábamos más juntos y menos solos. Ahora, la segunda ola de este maremoto mundial está llegando y amenaza con envolvernos. Nuevamente nos entra la desazón, y esta vez nos pilla agotados. Si sus amigos continúan enviándoles whatsapps con unos “buenos días” cada mañana y un pingüino que baila merengue, considérense afortunados y hagan lo propio con un tango o un rock and roll. Una canción, una sonrisa. Para nuestro bienestar emocional, necesitamos comunicarnos en positivo.

Se publican páginas enteras en los periódicos con las restricciones para luchar contra la pandemia; o sea, lo que no debemos hacer. Está bien que los gobiernos lo hagan; es imprescindible. Pero, ¿por qué no nos aconsejan también lo que sí que podemos hacer? Para mantener nuestra salud mental, necesitamos el contacto social y los afectos. Complementando la campaña Cap Fred de la Generalitat (que las abuelas no besen a sus nietos, que los amigos no se abracen, etc.), ¿se imaginan la campaña Cor Calent? Que nos propongan: cuando te sientas solo, llama a tus amigos. Toma un aperitivo a través de la pantalla con tus amigas. Cuéntale un cuento por vídeollamada a tu nieto. Ríete. Comparte el fórum con tus amistades después de visionar la misma película. Escucha tu música preferida. Baila en el comedor. Camina al lado del mar y piensa que tienes vida y ese es el mayor tesoro.

*Periodista y psicóloga