Vaya tela! Hasta el 9 de mayo no me puedo quitar el sayo y tengo que hacer de mi capa un sayo. Y a ver cómo paso yo este invierno, si mi capa es lo único que me quedaba para abrigarme. Hasta el 9 de mayo no me quito el sayo, pero resulta que ya no tengo ni capa ni sayo, solo una fantasía de sayo, sayo virtual, democracia virtual, pero sí encierro real, inútil real, cretino real, y aguantar este pitorreo, este choteo, este chusmeo de presentaciones públicas, con sus sonrisitas, sus muequitas, sus hoyitos, sus melismas melifluos melosos de perro flauta, de flexiones de voz en esos discursos inaguantables para tontos y para bobos cínicos, que se ciscan hasta en la única neurona que poseen. ¡Vaya tela la de mi capa y de mi sayo! Y para no resolver el problema. Y para que cuando ya queden de nuevo menos muertos y menos infectados, o sea, para Navidad, salgan de nuevo los hoyitos, las muequitas, las palabritas y las sonrisitas a decirnos que vivamos la vida, que total para cuatro días, ¡a consumir y ser felices!, porque un día es un día, y para eso nos suben los impuestos, bebidas gaseosas para que reventemos de gases, y la mascarilla, como artículo de lujo. ¡Vaya tela también de la que está hecha la mascarilla! Aquí no hay quien se mueva. Mucho encierro perimetral, piramidal y hasta periodontal, pero los autobuses atestados, bien calentitos dentro, que se oyen las risas del virus, saltando como las chinches y los piojos de encierro en encierro y tiro porque me encierro, y a quien Dios se la dé, Pedro se la bendiga, y el otro, y el otro. Pero la cosa no se arregla. Democracia en un desorden muy ordenado, y todos nos miramos por encima de las mascarillas, ¿y tú de quién eres? Y solo lo puedo decir para mi sayo, porque el mejor día me encierran en mi encierro, todo muy legal, todo muy ordenado, todo muy planificado para que no sirva para nada. Hasta me encierran las palabras con siete candados. Y mi único espacio que me queda es aquí dentro de mi sayo bobo, como un bufón de comedia. Porque aquí hay que estar a la que salta y vivir a salto de mata, a base de salteadores de caminos y bolsillos. Sí, hablo de mi sayo y no de esa marca comercial. ¡Y este servidor de ustedes y ustedas vosotros y vosotras, encerrado en un teclado, encerrado en qué escribir!

* Escritor