El panorama no puede ser más sombrío, más triste, más pesimista. Y no sólo por la pandemia que parece dispuesta a devorarnos, sino por las cifras que colocan a España como farolillo rojo de la Eurozona en PIB, paro y déficit. España, además, queda como el país donde la pandemia ha tenido un mayor impacto tanto en el económico como el sanitario. Nuestro país desbanca a Italia como el de mayor déficit y a Grecia con el mayor paro en 2021. Habría que estar ciego para no ver cómo avanzan los «declives», cómo se amontonan los problemas, cómo se manejan los resortes más alambicados para que no nos demos cuenta de las situaciones que sufrimos. La voz del cardenal Robert Sarah resonaba con fuerza en su libro Se hace tarde y anochece, para denunciar que el totalitarismo se ha extendido como un reguero de pólvora por todos los continentes: «Los regímenes totalitarios han destruido al hombre, han atropellado la fe y los valores culturales, han pisoteado las libertades y la dignidad del hombre, el mismo hombre al que ambicionaban transformar». Y en la misma línea, el profesor Francesc Torralba nos anuncia que el neopopulismo se va a multiplicar exponencialmente en los próximos años: «Se va disfrazar de patriotismo, de comunismo new age, de ecologismo de tercera generación, de neoliberalismo compasivo, pero todos estos trajes solo ocultan una realidad: el populismo no es la solución». Y es que ningún ser humano, por astuto y hábil que sea, posee la solución a todos los problemas derivados de la crisis global. Bueno, parece que los líderes que gobiernan nuestro país están en ello. Sus resultados a la vista están. Torralba nos sugiere otra solución, la que él denomina «el paradigma de la complejidad»: «Consiste en considerar todos los factores y variables que hay en juego, en contemplar todas las consecuencias de las decisiones antes de ejecutarlas. Consiste en tener la audacia de explorar los efectos que dichas decisiones pueden tener para los grupos más vulnerables y tener el valor de ser, si cabe, impopular, señalando itinerarios que no gocen de la aceptación de las masas, pero que deben ser seguidos para hallar la mejor solución». El papa Francisco, hablándonos del mundo de la «post-pandemia», nos ha planteado dos caminos: el de la creatividad y el de la solidaridad. «De una crisis, nos ha dicho el pontífice, no se sale igual. De una crisis se sale mejores o peores. Debemos elegir. Y la solidaridad es un camino para salir mejores, no con cambios superficiales, sino mejores». Atentos, pues, a las «soluciones populistas» que nuestros dirigentes quieren imponernos. El populismo constituye un insulto a la inteligencia, una escapada hacia delante, un narcótico para masas, pero, en ningun caso, el modo de afrontera situaciones críticas. «Cuando los sistemas se quiebran, subraya tambien el profesor Torralba, cuando todo se desmorona y percibimos el aliento de la nada, emerge con más ahínco que nunca, la necesidad de un mesías que aporte soluciones milagrosas a problemas de gran calado». Menos mal que los «mesías» de turno nos descubren enseguida sus «fatídicas cartas de juego», que son las del engaño constante, los privilegios que gozan, la superficialidad y tantas injusticias solapadas. En esta hora de incertidumbres, busquemos los senderos de la verdad y del bien.