Con frecuencia escuchamos que la verdad no existe, que nadie tiene la verdad absoluta, que todo es discutible e interpretable, que la verdad se construye en base a distintas opiniones. Y no es así. La verdad es la verdad, es la ausencia de mentira. La verdad es la realidad acontecida, la palabra dada, el compromiso expresado aunque fuere por imperativo legal.

Verdad es la mano fuerte de una madre a su hijo cuando da sus primeros pasos o el beso de un anciano padre antes de dormir. Verdad es el esfuerzo diario del opositor, del deportista, del autónomo o del que limpia nuestras calles y recoge nuestras basuras. La verdad saben bien los españoles cual es. Por eso entiendo perfectamente el cabreo inmenso de la sociedad con algunos de nuestros políticos.

Comprendo perfectamente su enfado porque a derechas e izquierdas se les trate como estúpidos, inmaduros y manipulables. Ahora unos quieren cambiar la verdad histórica por su memoria histórica. Hay quien quiere hacernos creer que se pueden ganar mociones de censura sin votos suficientes; otros quieren imponer que los acuerdos históricos y admirados por el mundo entero en nuestra transición no son más que fruto de cuatro franquistas y otros tantos viejos rojos entregados a la causa. Que los jueces son unos fachas delincuentes, que en los fiscales manda el Gobierno, que la policía es represiva, los periodistas no afines son una suerte de mercenarios al servicio del poder perdido, TVE un gabinete de prensa, el CIS una agencia de publicidad y el CNI las cloacas más sucias de la historia de nuestra democracia.

Y me pregunto, ¿es verdad o es mentira?

La verdad es la verdad, es la ausencia de mentira. Por tanto es mentira que la guerra la perdiera Franco, aunque se gasten millones de euros en trasladar su momia en helicóptero y aviones militares. Mentira es que la transición fuese un negocio pactado de políticos rancios y corruptos vendidos al franquismo, todo lo contrario, ojalá contásemos hoy con políticos los suficientemente inteligentes y generosos para saber dialogar, pactar y ceder con el objetivo de alcanzar un futuro de paz y convivencia para todos dentro del marco legal mayoritariamente votado por los ciudadanos.

Es mentira que si el centro derecha une sus votos en el Parlamento podrían hacer caer al Gobierno actual. La verdad es que no suman y eso es sencillo de comprobar. Es una trampa dirigida al adversario equivocado que acabara reforzando a quién ostenta el poder.

Es mentira que tengamos en España unos jueces fachas que no juzgan los posibles errores de miembros de partidos de centro derecha, y basta ver el rosario de investigaciones abiertas y ampliamente difundidas, muchas de ellas posteriormente con sentencias absolutorias, otras no, y decenas de vidas truncadas e incluso pérdidas para siempre.

Pero igual que a lo largo de la vida muchas personas construyen muchas mentiras, también hay quien se empeña en construir verdades. En eso este Gobierno ha hecho grandes méritos.

Es verdad que han conseguido desacreditar la independencia de la Fiscalía nombrando “Fiscala Generala” del Estado a Dolores Delgado, que ya fue “fraila antes que monja”. Verdad es que quieren romper la independencia del Poder Judicial con una reforma ignominiosa de la Ley Orgánica que regula los nombramientos de los componentes del Consejo General del Poder Judicial.

Es verdad que TVE se ha convertido en ese refugio de una periodista que todos creíamos profesional poniendo al servicio del Gobierno un medio que debería servir para informar a los españoles de la verdad de los hechos que acontecen.

Verdad es que el CIS se ha convertido en un instrumento humorístico del Gobierno sobre el que recaen las más refinadas y graciosas bromas de ingeniosos ciudadanos por su tremenda manipulación a favor de Sánchez.

Verdades y mentiras... honestidad frente cinismo. Qué pena que ya no se valore la palabra dada, la promesa hecha. Que sufrimiento ver a un gobernante mentir abiertamente, contradecirse constantemente, traicionarse incluso a sí mismo y a los suyos solo pensando en sus intereses espurios.

Los españoles luchan por salir adelante a pesar de su presidente, y agradecen y encuentran en las palabras del Jefe del Estado un atisbo de esperanza en sus instituciones y en su futuro. A pesar de Pedro y Pablo, de Pablo y Pedro, la sociedad española no acabará cual “picapiedra” sino mirando a un futuro esperanzador e ilusionante.

* Senador y alcalde de Cabra