En el otoño de 2016, el Real Círculo de la Amistad creó una comisión artística que debía encargarse de seleccionar la obra más destacada de la entidad, que se ubicaría en la nueva galería de arte de la sala Julio Romero de Torres. La comisión estaba compuesta por Juan Serrano; el doctor en Historia del Arte y crítico Ángel Luis Pérez Villén; Ana María Suárez-Varela, presidenta de la Asociación Amigos de los Museos y, por aquel tiempo, componente de la Comisión de Cultura del Círculo, y el que suscribe.

Recuerdo perfectamente aquellos días, así como nuestra visita al domicilio de Juan, donde nos mostró algunos de los proyectos en los que estaba inmerso por esas fechas. En esa ocasión, ya le comenté la amistad que su hermano Rafael había tenido con mi abuelo Manuel Roldán, responsable de mantenimiento del Círculo y colaborador acérrimo de este artista en la Casa, pues la directiva de la institución le cedió un estudio desde el cual realizaba numerosos encargos -sobre todo retratos- tanto para la sociedad como a particulares. Uno de ellos, el que le realizó al expresidente de la entidad Fernando Carbonell, o el de mi abuelo, que guardo con gran cariño en un lugar especial.

Al cabo de varias semanas de trabajo, la exposición permanente se inauguró el 22 de noviembre, coincidiendo con la presentación del libro ‘La Verdad y el Matiz. Artículos y conferencias escogidas (1954-1972)’, de Fernando Carbonell de León, que presentó su hijo Fernando Carbonell de Eguilior, acompañado por los miembros de la citada comisión. En este sentido, Pérez Villén destacó la importancia que tuvo el Círculo acogiendo importantes muestras durante la época de Carbonell, así como los antecedentes históricos previos a la exposición de arte contemporáneo celebrada en esta entidad en 1953, en la que también participó Juan Serrano, con la obra ‘Muerte del toro’. Por su parte, Juan Serrano centró su intervención en la aportación artística del Equipo 57 y su exposición de 1961 en la Galería Céspedes del Círculo de la Amistad, bajo el título ‘Interactividad del espacio plástico en dos y tres dimensiones’, aunque él ya había colaborado anteriormente con Antonio Povedano en la organización de la Exposición Nacional de Pintura y Escultura que acogió esta entidad en 1954.

Con Juan Serrano se va un referente artístico y una gran persona. Sirvan estas líneas de sencillo homenaje a su memoria. Descanse en paz.