José Antonio Carnerero Parra se nos jubila. Digo se «nos jubila» porque todos perdemos. Y él gana porque decide poner final a una larga actividad profesional para que no le arrebate más un tiempo único que, como un duende buena gente, últimamente le sugiere todas las mañanas que es hora de dedicar lo mejor del día a su exitosa vida conyugal. Vamos, que Carnerero lo que quiere es estar más con su familia y en especial con su mujer, Mercedes. Lo más sabio es saber lo que es más importante. Esto, la mayoría de los juristas lo ignoran porque en la etapa final siguen enganchados a los despachos dejando escapar sin posibilidad de retorno una época preciosa para ver nuevos atardeceres junto a los que los aman; lo crucial para ellos es alargar el servicio buscando la última subida profesional que los jubile por la puerta grande. Pero para él, esa institución superior, esa puerta grande, es poder dedicar estos años de plena madurez y estabilidad, intactos de intelecto y salud, a descubrir nuevos días del brazo de su esposa como cuando eran novios. Y se jubila dejando a la Audiencia de Córdoba preparada para encarar con ejemplar doctrina muchos años venideros. Sepan que gracias a él, la Audiencia cordobesa sea de las Salas más garantistas de Europa. Y aunque a mucha gente no le guste el término «garantista», la democracia no es tal si el derecho penal es de acto solo de adorno. Lo digo porque aun en un sistema democrático, las garantías penales pueden ser una quimera si no fuera por los grandes juristas; hay un segmento de aplicación de las leyes que no está sometido al control del principio de legalidad como es el sabio arbitrio del juez y si este es algo retrógrado, el sistema sigue siendo inquisitorio. Con Carnerero en Sala, esto es imposible. Por supuesto que ha redactado condenas, las necesarias, pero siempre con la duda por delante. Y así, gracias a la educación en igualdad de muchos jueces como Carnerero, el sistema judicial penal español está en la vanguardia. Hay buenos jueces, yo diría que todos. Pero jueces admirables son solo los que redactan mezclando la sapiencia de las leyes y la mundología de las circunstancias en que se desenvuelven las conductas delictivas. Como hace él. Pero Carnerero significa más en la cara burocrática dado su saber estar. La Audiencia te echará de menos, tus compañeros y esas funcionarias tan apañás que te miran como a un hermano mayor. Pero hay que respetar tu libertad como tú siempre la has respetado como derecho fundamental. Solo nos queda decirte: ha sido un honor trabajar contigo. ¡Ah!, que no quiero que se me olvide: los letrados te decimos, por la excelente comunicación que has tenido con nosotros en sala - y fuera de ella-, que, por ti, todos somos un poco del Betis. Manque perdiéramos el juicio.

* Abogado