Todos conocéis el episodio machadiano, ¿verdad?: «Señor Pérez, salga usted a la pizarra y escriba: ‘Los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa’». El alumno escribe lo que se le dicta.

-Vaya usted poniendo eso en lenguaje poético.

El alumno, después de meditar, escribe: «Lo que pasa en la calle».

Mairena. -No está mal».

Lo que pasa en la calle. Vamos a reflexionar un rato juntos sobre lo que pasa en la calle. En primer lugar y como hecho muy significativo es que tenemos que re-conocer a los que antes conocíamos que ahora, con las mascarillas, algunas veces incluso con gorra y gafas de sol para más inri , no los conoce ni su propia familia. ¡Ay perdona, que no te había conocido! es una de la expresiones que más frecuentemente se escuchan en la rúa. Ya dije en el artículo anterior o insinué que esto nos ha venido bien para mantener una distancia social definitiva o para pasar desapercibidos ante quienes no queremos que nos reconozcan, aunque mi amiga Montse me insista en que debo ser más comprensivo con mis congéneres. En cualquier caso y si lo que quieres es ir de incógnito, no vas a tener mejor oportunidad que la que está dando de sí esta pandemia: tu buena mascarilla, tu gorra y tus gafas de sol. Fabuloso

Una vez que se produce el re-conocimiento, otro de los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa es el momento protocolario del saludo. Invito a toda la people a que indique de manera explícita a través de mailings, redes sociales, WhatsApp, etc., cómo leches quieren que se les salude: abrazo, besos, codito (personalmente, me revienta lo del codito), piesecito (sobre esto mejor me callo) o simplemente nada de saludo. Es un auténtico engorro tener que ir preguntando cada vez que te re-conoces con alguien cómo hay que saludarlo. Me vienen a la memoria escenas de películas y de series en las que un personaje trata de dar un efusivo abrazo y le plantan una mano de por medio para que no sea tan efusivo. Es, de verdad, absolutamente ridículo. Es mejor conocer de antemano cómo debes de ir saludando a cada individuo o individua con quienes te reencuentres. Es muy desagradable querer dar un abrazo o un beso y que alguien te diga que no. No quiero ahondar sobre esto pero somos unos auténticos hipócritas. Pensad un poco sobre esta cuestión.

Y, por fin, llegan los asuntos de conversación si es que se estima conveniente permanecer un tiempo más allá del mero saludo protocolario. El famoso «¿cómo va la cosa?». La culpa es del colegio. ¡No! Es de la discoteca. Pues las clases en los colegios van a ser por la mañana y por la tarde. ¡No! Van a ser solo por la mañana pero con algunas asignaturas desde casa. Oye, pues el calor mata el virus. ¡No! Este bicho es capaz de sobrevivir «ar calóh cordobéh». Si os digo la verdad, este asunto de las conversaciones me preocupa mucho más que el del reconocimiento facial y el del saludito de... marras. Si algo estamos demostrando como sociedad es la escasa o nula capacidad de filtrar la información. Nos tragamos lo primero que encontramos, tragamos y vomitamos, como solemos hoy decir los profes de nuestros alumnos que solo estudian para el dichoso examen en vez de estar realmente motivados e interesados en aprender. Somos una sociedad desinformada en la que, además, convertimos en verdad absoluta lo primero que escuchamos. Será que estamos ansiosos de verdades, lo digo por aquellos que hablan de la sociedad de la posverdad.

Quizás nos movemos todavía en la sociedad de la preverdad y vamos dando palos de ciego y si llegamos a tuertos ya queremos ser considerados los reyes del rebaño. Ya veis, eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa. H

* Profesor de Filosofía

@AntonioJMialdea