Desde el primer momento en el que se levantó el estado de alarma el pasado 21 de junio, y antes, en las sucesivas fases que iban permitiendo una mayor libertad de movimientos y la reapertura de las actividades económicas, tanto el Gobierno como la Junta de Andalucía advirtieron de la importancia de seguir manteniendo las medidas de seguridad ante la pandemia del coronavirus. El covid-19 no se ha marchado, y el peligro es real. Mientras en otros países del mundo los contagios siguen creciendo exponencialmente, en España, tras una semanas de calma, los brotes, primero aislados y controlables, han ido multiplicándose, alcanzando en algunos territorios proporciones peligrosas. Los casos de Aragón y Cataluña, entre otros, subrayan con claridad los riesgos que corre la sociedad. El primero, de una nueva crisis sanitaria. En estos momentos parece que el sistema está en condiciones de afrontar nuevos ingresos, y se da la circunstancia, quizá porque los contagios afectan a personas más jóvenes, de que son pocas las hospitalizaciones y muertes de los nuevos infectados. Pero nada garantiza que las cosas sigan así y que, con la llegada del otoño, España pueda volver a sufrir una reactivación global de la epidemia.

El segundo riesgo, no menos importante porque afecta al presente y al futuro de toda la sociedad, es el económico: si ya en las condiciones actuales, considerando que lo peor de la pandemia ha pasado, los expertos calculan que España no se recuperará hasta dentro de una década... ¿Qué ocurrirá si vuelve a ser necesario el confinamiento y, con él, la parálisis de la actividad? Los datos económicos son preocupantes, al tiempo que se reducen las expectativas de una ayuda eficaz de la Unión Europea.

Esta semana Córdoba se ha sumado a los territorios que están sufriendo rebrotes del covid-19. Primero, un pequeño grupo que ha viajado a Madrid. Al final de la semana, el caso de supuesto contagio de estudiantes que celebraban el fin de curso en una discoteca, algunos de los cuales se habían reunido previamente en actos académicos y fiestas particulares. La investigación de la Consejería de Salud determinará el origen del contagio, y la reacción de las autoridades ha sido inmediata, con centenares de pruebas a los posibles afectados y determinación de cuarentena. Pero lo importante es escarmentar de este ejemplo. Si de una simple fiesta salen varios centenares de personas en riesgo de contagio, está claro que buena parte de la responsabilidad de la transmisión del coronavirus reside en cada persona, en cada familia, en la adopción de las medidas de distanciamiento e higiene y uso de mascarillas. Pero también hay que apelar a la responsabilidad de los establecimientos, al Ayuntamiento, para que refuerce el control, y a la Junta de Andalucía para tenga el operativo sanitario listo, tanto en el rastreo como en previsión de un rebrote generalizado del covid. Es indispensable que toda la sociedad tome conciencia y no olvide las cerca de 30.000 vidas que se ha llevado la pandemia.