Andaba escuchando la crónica política a resultas de las últimas elecciones, los rebrotes rojos de la pandemia, y leyendo los zascas de todo tipo a quienes piensan diferente o lo hacen por sí mismos. Y en medio de tanta tribulación en esta zarza ardiente en la que vivimos, que si no nos ahoga la incertidumbre y la mala leche nos quema el calor que no mitiga el abanico, me llegó como una bocanada de aire fresco, como una etapa del camino de Santiago o una semana en Silos, los 20 mandamientos de lo que habla el libro autobiográfico 50 palos…y sigo soñando, escrito hace 3 años por el cantante Pau Donés, el líder de Jarabe de Palo, un año después de conocer la enfermedad que se lo llevaría para siempre hace días.

Más que mandamientos, propuestas que comparto con ustedes para que no les amarguen la existencia, les sea más llevadera la carga y más liviano el viaje, si no quieren convertirse en ese pensamiento plano, domeñado e inducido que otros proyectan sobre nosotros, ni en esos actores secundarios de su propio personaje e historia. Donés nos propone que sepamos vivir el presente, que no perdamos el tiempo pensando en el futuro, que dejemos de creer en la suerte y creamos en nosotros mismos. Que dejemos de hacer montañas de granitos de arena. Que la tristeza nos dé ganas de reír y nos riamos mucho. Que cantemos en la ducha, en los bares, en las bodas, en las cenas con los amigos o donde nos apetezca cuando nos venga en gana. Que aprendamos a decirnos «te quiero» sin que nos dé vergüenza. Que nos besemos, nos toquemos y nos achuchemos mucho. Que nos escuchemos tanto como sepamos compartirnos en silencio. Que nos queramos, a los demás y sobre todo a nosotros mismos; que nos peleemos lo menos posible. Estar enfadado es una gran y estúpida pérdida de tiempo. ¡A la mierda el ego y el orgullo!; que nos dejemos de rollos, de chorradas, de hacer ver lo que no somos, que eso no sirve pa’ ná; que le perdamos el miedo a la muerte, pero también le perdamos el miedo a vivir; que decidamos por nosotros mismos y nunca dejemos que los demás decidan por nosotros. Que cuando la vida nos cierre una ventana sea cuando más abramos las alas para romper el cristal y salir volando; que las cosas nos lleven a donde sea, pero que nos vayan bien. Que los cerebros de zafios, hipócritas, memos, mamelucos, corruptos, pesaos, estúpidos, tocapelotas, mentirosos, gilipollas... se reprogramen y entiendan que en la vida no hace falta ser así, que la vida va de otra cosa. Que a las penas, puñaladas y al mal tiempo, buena cara. O mala, que tampoco pasa nada. Que la vida sea siempre un sueño y, en fin, que a la vida le demos calidad, porque belleza sobra. El autor de Bonito, La flaca, El lado oscuro, Grita, Déjame vivir, Depende y tantos éxitos que quedaron para siempre en nuestra memoria colectiva centra en dos mensajes su recetario: elegir bien las prioridades y gestionar mejor el tiempo. Creo que Pau sigue llevando razón. Como indica Francesc Torralba en su libro Vivir en lo esencial, debemos resetearnos con profundidad sobre nuestro modo de vida y relaciones, para no ser arrastrados por esta corriente de lo evanescente, de lo inmediato, del frentismo y la frustración. Frente a los 613 preceptos de la Torá me pareció siempre más útil y práctico el mandamiento evangélico del amor. Traducido en frase publicitaria por san Agustín con su lema «ama y haz lo que quieras». Y adaptado por Pau Donés en sus 20 mandamientos.

* Abogado y mediador