Me llegó la noticia de la muerte de Paco Mármol durante el confinamiento. Preparé un artículo en su memoria y por pudor no lo hice público. La amarga reflexión de Álvaro Vega en estas mismas páginas sobre el olvido socialista ante la definitiva ausencia de Paco convierte en obligatorio hacer pública mi reflexión.

Quizás, no esté en la memoria de la actual dirección porque no tuvieron el privilegio de convivir con él, pero sigue vivo entre cientos de socialistas a los que estoy seguro de representar en estas líneas.

Paco ha formado parte de una generación de socialistas que tuvieron que transitar su juventud y su madurez bajo la dictadura que ahora algunos quieren edulcorar. Silencio, miedo, reuniones clandestinas… y al final el sueño de recuperar algún día la libertad.

A finales de 1975, llegamos al partido un grupo de jóvenes que fuimos recibidos con afecto y apoyo por los socialistas veteranos (los viejos les llamábamos) curtidos en el sacrificio y en el sufrimiento.

Para nuestra sorpresa, siendo tan diferentes entre ellos, tenían poderosas señas comunes de identidad: no anidaban rencor alguno ni ánimo de revancha, se emocionaban en la recuperación de los símbolos de su partido, las asambleas, los debates…, se les iluminaba el rostro al saborear de nuevo derechos y libertades, y valoraban con optimismo la incorporación a su viejo partido de enseñantes, jóvenes, sindicalistas…

Personajes inolvidables como Juan Sánchez Castro, Eduardo Rodríguez Pina, Ramón Toledano, Matías Camacho, Alonso Macías… y Paco Mármol. Nos hicieron conectar ideología con realidad y fuimos de nuestros libros a las preocupaciones reales de la gente. Nunca se lo agradeceré lo suficiente a todos. Paco tenía un don especial: nos inculcaba el respeto a los demás, la tolerancia con las ideas ajenas y se adaptó al nuevo tiempo con naturalidad y con frescura, repartiendo cordialidad y optimismo. Por todo ello, se ganó el afecto de dirigentes y militantes que veíamos en él a un ser humano admirable, que no tuvo proyección pública sencillamente porque desconocía la ambición.

Querido Paco, hay personas que solo a su muerte compruebas el vacío que dejan. Y eso me pasa contigo. Tu hueco es imposible de llenar porque eras el último referente histórico de una etapa inolvidable. Contigo se va, parte de nuestra historia y de mi propia historia ligada tantos años a personas como tú. Gracias por tanto y hasta siempre.

* Secretario general y presidente del PSOE (1977-1990)