Cualquier crisis social parece invitar al cambio. Así está siendo con la pandemia. Todos tenemos la sensación de que algo tenemos que cambiar. En nuestras costumbres, en nuestra manera de concebir las relaciones sociales y en general en todo aquello que hemos sentido de manera sensible en estos meses de crisis sanitaria y social que nos hace más frágiles y vulnerables. Esta situación de cambio y sensación de cambio algunos estrategas políticos la conocen y la están aprovechando para intentar introducirnos cambios ya que ahora todos nos encontramos en un momento saludable de revisión.

Aunque no todo lo que nos proponen tenga que ver con la evolución normal de progreso que nos está tocando vivir. Hay está por ejemplo esa intención subliminal de querer acabar con la monarquía parlamentaria que desde algunos sectores políticos se está desplegando, como pase preparatoria a la introducción de cambios sustanciales en la Constitución. Pero los españoles no somos tontos y nos estamos dando cuenta, como tampoco es tonta la Comisión Europea en cuanto a eso de dinero al gobierno español por mor del fondo de recuperación postpandemia. Europa también exige cambios, sobre todo en el gasto. Y es aquí donde se debe de aprovechar esta coyuntura para aplicar esa ley del progreso a la que antes aludíamos. Un gasto importante es el que genera la industria política. Los políticos son necesarios, pero no su exceso y el que estos generan. Hasta el menos perspicaz sabe que la política en muchos casos se ha configurado como un negocio, por eso lo de industria. Es momento de plantearse cambios necesarios, lógicos y oportunos. Y la pandemia nos has mostrado nuestros puntos débiles y uno de ellos es nuestra economía. Se nos van a exigir recortes desde Europa que pagaremos los ciudadanos, al menos tengamos conciencia de la verdadera naturaleza de los cambios para que no nos quieran vender otros.

* Mediador y coach