Las pastelerías centenarias Manuel Aguilar (Montilla) y Solano (Aguilar de la Frontera) son, en mi opinión, establecimientos emblemáticos de la provincia de Córdoba. Ambas tienen en común haber sido regentadas ininterrumpidamente por la misma familia que las fundó.

En 1886 Manuel Aguilar Espejo inició la prestigiosa saga confitera montillana. A finales de los años treinta del pasado siglo tomó las riendas del negocio familiar su hijo, Manuel Aguilar Luque-Romero ‘Manolito Aguilar’, quien desgajó la pastelería de un establecimiento dedicado al aprovechamiento de productos de la tierra. El impresionante despacho actual de estilo modernista de la calle Corredera, que conserva en su interior parte del antiguo convento de los padres jesuitas, data de 1930 así como el origen del exquisito pastelón (una de sus especialidades). Actualmente la gestiona Rafael Aguilar Portero junto con sus hijos Rafael y Manuel. De sus excelentes productos destacan, entre otros: alfajores finos, tejas con praliné de alfajor, lenguas, herraduras, bombones artesanos, etc. A lo largo de su secular existencia ha cosechado prestigiosos galardones en certámenes nacionales e internacionales. Muchos son los personajes ilustres que han pasado por ‘Manolito Aguilar’; se cuenta que Manuel Rodríguez ‘Manolete’, tras actuar en la escuela taurina de Montilla, gastó en la confitería, en la compra de alfajores, toda la gratificación recibida.

La renombrada pastelería Solano fue fundada en 1913 por José Solano Pérez. Su hijo, Juan Solano Lora, le sucedió en 1946 y su nieto, Bernardino Solano Roldán, en 1973. Desde 2011, el obrador está regentado por su bisnieta Sonia Solano Bujalance y su cónyuge Agustín Romero Bonilla. La principal seña de identidad de esta pastelería aguilarense, sita en la calle Moralejo, es la elaboración de dulces tradicionales de la Campiña Cordobesa de tiempos pretéritos, de los que ofertan numerosas variedades. Entre las más demandadas: canutos de crema, merengas de café y rizados de almendra. También son muy valorados, los picos de crema, los piononos y, especialmente, el tocino de cielo.

En definitiva, se trata de dos referentes de la pastelería cordobesa de cuyos obradores salen a diario productos de cuidada presentación, elaborados artesanalmente con materias primas de una calidad extraordinaria.

* Profesor