Cuando leemos titulares de prensa que destacan como el PP «exige duros controles a España por ayudas de la UE», de entrada, llaman la atención y hasta pueden incluso espantar de no haber seguido las huellas más destacadas de este partido por Europa. Cuando recuerdas que José María Aznar llamó pedigüeño a Felipe González en el momento en que este peleaba por obtener mayores recursos en Fondos Estructurales para nuestro país, se explica mejor esta clase de titulares. La novedad, entonces, no es tanta: esta música ya nos suena. Los populares siempre han atacado a los gobiernos socialistas en España por tierra, mar y aire... y desde más allá de nuestros límites de soberanía. Llama la atención en este caso, no obstante, la manera cómo este partido envilece aún más el virus de su oposición frontal. Ahora se trataría de que un partido español, con sus diputados en el Parlamento Europeo y su amplia influencia en las demás instituciones comunitarias, se alinea con el conservadurismo europeo, con el denominado grupo de los frugales (Holanda, Suecia, Austria y Dinamarca) de tal manera que llegaría a perjudicar al Gobierno de su país y lo que es más grave, a sus propios ciudadanos. Estirando un poco más el argumento, podríamos decir que esta posición política, avalada por Pablo Casado, estaría cerca -digamos que sería prima hermana- de otras acciones políticas que se definen como bloqueo, embargo, cuarentena...

En el PP europeo explican su posición afirmando no están dispuestos a «que se financien las falsas promesas de Podemos» (...) «que no queremos desperdiciar dinero en gastos del pasado, sino invertir en el futuro (...)», «que no pretendemos imponer recortes sino garantizar que el dinero se gasta de manera adecuada». ¿Pero ese control no debería ser la principal tarea de la oposición en nuestro Congreso de Diputados y Senado? ¿Tan inseguros están de su pericia que depositan esa labor principal de la oposición en manos de Bruselas? ¿Han preguntado acaso a su compañero Cristóbal Montoro, durante la pasada crisis ministro de Hacienda, como se lo hicieron pasar «los hombres de negro»? ¿Fue buena para los ciudadanos españoles su experiencia censora hasta llegar al absurdo?

Está claro que nuestro principal partido de la oposición, como tantos, esta contagiado por el tiempo irascible que nos domina; ese que no deja de quemar hombres en todos los ambientes haciéndolos cada día más intolerantes y furiosos. Ahora se hace moda retirar (o tumbar sin más) estatuas de antiguos esclavistas en diferentes plazas de ciudades de occidente, y hasta se va a por Cristóbal Colón y sus efigies. Es como si junto a los vientos del calentamiento global se hubiera colado una lengua puritana de revisionismo e intransigencia embalsada durante décadas. Se rechaza la obra de Woody Allen por unas denuncias nunca probadas de abusos, o el arte en la voz Placido por actividades reprobables con mujeres haciéndose valer de su poder de contratación e influencia. Y muchas más. ¿Pasaríamos el rasero todos los que le acusan? Ocurre algo parecido en el mundo de la política y los negocios: se va a cuchillo. Ni siquiera en la noche, después de intensos cañonazos, obuses y asaltos de fusilería, se permite al soldado tocar la armónica no vaya a ocurrir que su melodía procure unos minutos de placer al enemigo.

* Periodista