Julio Anguita forma parte de la historia de Córdoba. Su fallecimiento no ha hecho sino concluir el ciclo vital de un insigne cordobés, que aunque nacido en Fuengirola, ciudad por lo demás muy cordobesa, ha sido un auténtico paradigma de la honestidad, coherencia, alto nivel y discernimiento en la política, desde sus principios ideológicos.

Su muerte ha causado gran pesar en nuestra ciudad. Nuestro Ayuntamiento y distintos colectivos sociales y políticos han dejado constancia de su tristeza, ante la desaparición de este insigne hijo de Córdoba, a la que me uno como cronista de la ciudad, expresando a su familia el hondo sentimiento de solidaridad por la pérdida de quien tan brillantemente protagonizó la vuelta a la democracia en el gobierno municipal cordobés. De sus múltiples y cualificadas responsabilidades de su vida pública, en las que destacó siempre su solidez y su diáfana y dialogante actitud, quiero destacar su ejemplar actuación al frente del municipio cordobés.

Hombre de firmes convicciones políticas, siendo alcalde de Córdoba en una época en la que la democracia estaba aún en pañales, dio ejemplo, al igual que a lo largo de toda su vida, de honestidad y responsabilidad.

Su gran labor seguirá presente en la historia de esta ciudad, en la que vivió y a la que tanto quería, como tenía ocasión de percibir en las ocasiones en que coincidíamos ambos en actos oficiales, en la panadería o en la misma peluquería e incluso viendo las procesiones de Semana Santa.

«Que la luz que nos regaló con sus acciones alumbre sus nuevos senderos».

* Cronista oficial de Córdoba