Quién me ha robado el mes de abril? Los malos momentos arrebatan lo más íntimo de nuestras conciencias, como nos dice la canción de Sabina. Este pasado mes de abril ha sido excepcional por haber removido en nuestro ser lo más valioso de nosotros, aquello que nos hace ser fuertes para afrontar las adversidades cotidianas y mantener nuestro estímulo vital. El resultado está siendo de gran impacto hasta en la conciencia nacional: un país hermoso con grandes acontecimientos en su historia, que demuestran su afán de supervivencia puesto repetidas veces sobre el tablero.

Porque, si bien esta pandemia, que se superpone a otras recientes fisuras vividas, está agitando nuestros modos de cultura y nuestras sociedades, poniendo al descubierto nuestras flaquezas y miserias, también está sacando de nosotros valores que andaban adormecidos o ignorados. Este encierro nos ha empujado a que valoremos lo que los demás hacen por nosotros. A que cambiemos nuestro ritmo de vida, ordenando por nosotros mismos nuestras acciones personales y laborales. A que durante muchos y largos momentos de los largos días vividos, realicemos una parada para evaluar nuestra existencia. A que en esos instantes salgamos de nosotros mismos para ponernos en comunicación con la naturaleza, ahora más limpia que nunca la hayamos visto, hasta el punto de ver tres arcos iris tras la tormenta. A que estemos esperando el momento diario para el contacto con nuestros seres queridos. A que sepamos valorar lo que nos queremos y nos necesitamos, porque nuestros abrazos virtuales, cruzando nuestros brazos sobre nosotros mismos, son más sinceros y necesarios que nunca...

Deseamos que una nueva conciencia presida esta nueva etapa de nueva normalidad. Que una nueva ilusión nos lleve a poner el acento en lo que de valioso debemos hacer para el futuro y también cómo hacerlo. Y todo ello, para que podamos decir que, al menos en algo, lo vivido en esta horrible pesadilla ha valido la pena.

* Profesora. Asociación cultural La Tribu Educa