Cuando a finales de junio lleguemos al estado de «nueva normalidad» que, para entendernos, será como alcanzar la meta en el juego de la Oca, siempre con el riesgo de volver a la casilla de salida, la vida que teníamos hasta el 14 de marzo se habrá reducido a un tercio de aquella. Me acojo al símil - ya que este gobierno tanto gusta de metáforas- para aclararme tras la exposición laberíntica del presidente Pedro Sánchez explicando las cuatro fases de la desescalada, como las cuatro fases de la luna: de luna nueva a plenilunio; aunque en nuestro caso el plenilunio será un tercio menguante, o creciente si lo vemos con un sentido optimista. Animoso estado creativo del que goza el ejecutivo a la hora de fabricar vocablos retóricos, que la Real Academia no incluye, ya lo ha dicho, pero que acabará aceptando dada su manga ancha. Cuando abran los bares servirán solo a un tercio de su terraza y, cuando los clientes puedan pasar al interior del establecimiento, ya en otra fase, será útil un tercio del espacio que ahora tienen. Los hoteles abrirán la tercera parte haciendo el vacío en los espacios comunes, lo que significa que no será más de un tercio la ocupación en lugares como la piscina, el comedor o el solárium. Las iglesias permitirán un tercio de la feligresía que puedan acoger. En algunos templos aún será mucho pues en esta pandemia, lejos de las que asolaron a la población en otros tiempos, la iglesia guarda un silencio inmenso al no poder decir hoy que el coronavirus es un castigo divino. Un tercio de aforo tendrán disponible los museos, los monumentos, los palacios, las bibliotecas y los teatros. Los espectáculos interiores, por el momento, ni eso tendrán pues se reduce a 50 personas las que puedan congregarse bajo el mismo techo, pero cuando empiecen a vender entradas no será más de un tercio del aforo lo que ocupen en cines, teatros y auditorios. Y una vez que empecemos la travesía hacía la nueva normalidad y tras el hachazo de la Encuesta de Población Activa (EPA), las previsiones del Banco Central Europeo (BCE) y del Fondo Monetario Internacional (FMI), -perdonen la nomenclatura pero odio los acrónimos- tanta reducción conllevará una bajada en el empleo que el gobierno de Sánchez fija en un 19%, lo cual no se lo cree ni él, y que en Andalucía, ya lo veremos, llegará a un tercio de la población en edad de trabajar. Intentar digerir todo esto, las fases de este «cronograma» -nuevo palabro del lenguaje coronavirus- me ha provocado un sueño kafkiano en el que, así como Gregorio Sansa se convertía en cucaracha, yo me metamorfoseaba en un tercio de Cruzcampo helado que era ingerido por un barbudo y sediento soldado del tercio de la Legión que al terminar se pasaba su brazo tatuado por el bigote para sacudirse la blanca espuma. Que despertar más chungo.

* Periodista