Lo que más me ha gustado del comienzo de la Feria de Sevilla ha sido la inauguración del alumbrado. A ver, por lo que he podido ver en televisión y vídeos domésticos, los vecinos se pusieron anoche de acuerdo y, “un, dos, tres” encendieron a la vez las luces de sus terrazas, balcones, cuartos de estar o habitaciones que daban a la calle, y tuvo el encanto de la complicidad, el guiño de esa admirable Sevilla, siempre ensimismada en sus costumbres y que siempre se las arregla para proyectarse al mundo. Luego, las bandejas de pescaíto y el baile de sevillanas me dieron igual.

Al tiempo, siento mucho que nuestra empresa pontanesa Ximenez Group se quede este año sin iluminar la portada hispalense, como la de la Feria de Córdoba, que no será, y tantas otras fiestas que la han convertido en líder mundial de la iluminación artística, justo este año que celebra su 75 aniversario. Pero, sin dejar lugar al desaliento, el grupo ha montado en su Instagram una serie de programas con artistas para llevar la celebración adonde la estamos llevando todos: a la intimidad de nuestras casas y a la convivencia de nuestros balcones.

Un estudio de Idealista.com dice que en Córdoba el 7% de los hogares solo tiene ventanas de interior. Es decir, un confinamiento sin vistas a la calle, el colmo. Esperemos que al menos tengan azoteas para el mínimo desfogue, y que a partir del 2 de mayo se pueda dar un paseo. O una carrerita.

Mientras, los balcones de Córdoba también se van decorando con símbolos del Mayo Festivo. Este domingo, en el que se hubiera celebrado la Batalla de las Flores (y la romería de la Virgen de la Cabeza, que tiene mucho predicamento también en nuestra provincia), ha habido celebración en algunos barrios, aunque lo mejor del día han sido los niños y sus alegres comentarios (ni los padres más repipis, cámara en ristre, pueden quitarles su espontaneidad natural), y los nublados no le han restado relevancia a la ocasión.

Por la tarde, la Junta de Andalucía había convocado tres minutos de silencio antes de los aplausos, como homenaje a las víctimas del coronavirus. No hay que perder el ánimo, pero tampoco la perspectiva del mucho sufrimiento que está ocasionando (y ocasionará) la pandemia. La táctica del avestruz no evitará que este desastre se nos venga encima, ya de una forma trágica, ya por consecuencias físicas o psicológicas, y es bueno llorar. Y pensar un poco. Y luego reír, cantar, bailar y mandar wasap si se nos ocurre.

La jornada ha terminado en mi calle con un encargo colectivo y multitudinario de perritos calientes a Lucas (el negocio que con tanta maestría lleva Rafael Gómez sí que es una institución en Córdoba) y para la próxima vez ya se está hablando de Bocadi, en cuanto se pueda. Hay que mantener todas las tradiciones y el ingenio se aguza según van pasando los días de confinamiento.