Como el resto del planeta, Córdoba acusa en propia carne el impacto del coronavirus. Los golpes más duros han llegado: decenas de vecinos de la ciudad han muerto por los efectos del contagio, los hospitales de la ciudad han vivido situaciones que han salvado gracias a la entrega de sus profesionales, las residencias han visto impotentes cómo morían los ancianos enfermos... Y a continuación han llegado los efectos sobre la economía de la ciudad, muy centrada en los servicios y el turismo. Los primeros, con dificultades, han podido mantener la actividad gracias al teletrabajo pero han padecido el parón del consumo. El turismo, simplemente, ha desaparecido. Si en los últimos años ya era necesario -a raíz de la crisis financiera o los efectos secundarios del turismo-, ahora es imprescindible que sumen esfuerzos las administraciones, especialmente el Ayuntamiento, los vecinos y las empresas e instituciones privadas. El paro va hacer mella en los sectores más vulnerables, como los que emplea el turismo, de la misma manera que la epidemia ha castigado a los barrios más pobres. El Ayuntamiento de Córdoba acaba de sacar adelante sus primeras cuentas para intentar hacer frente a los efectos del coronavirus, unos presupuestos que ahora, con las modificaciones que aporten empresarios y sindicatos, deben ser parte de la solución. Córdoba no saldrá de este atolladero si no se trabaja codo a codo.