Ya no estamos tan eufóricos al contarle a nuestros amigos lo que vamos a hacer cuando se acabe el confinamiento por coronavirus. Sí, deseando estamos de tomar la cervecita en una terraza, faltaría más, y de viajar a ver los cerezos en flor en Japón.

Pero seamos realistas, aunque mis amigos siguen diciendo que se van a encadenar al bar, lo que de verdad queremos es dar un paseo por Córdoba, recorrer de nuevo los preciosos jardines de Los Patos o Colón, y desplazarnos a Cañete de las Torres a echar el día, tomar una tapa exquisita y regresar con el coche entre el mar de olivos, que es paisaje de locura (ya lo era antes, pero nos parecía normal: ahora lo degustaríamos).

Además, es poco probable que tengamos dinero para permitirnos esos paseos por el mundo. Y, sobre todo, que querremos apoyar a los nuestros, a nuestros museos, bares, hoteles, paisajes, pueblos, monumentos, iglesias, yacimientos arqueológicos, a nuestros músicos y escritores, a nuestros artistas... O eso me gustaría.

Sumemos que lo de ir a países remotos dará un poco de miedo. Y añadamos las reflexiones que enviaba el otro día Antonio Ramos Pemán, de Aldeitur, que suele difundir los análisis nacionales e internacionales sobre el turismo. No es este el sitio de entrar en contenidos profesionales, pero sí puedo decir que en el futuro a medio plazo los turistas, cuando lo seamos, valoraremos de una forma especial la seguridad sanitaria, la limpieza de los establecimientos, las garantías en general.

Y que querremos disfrutar de lo cercano, de eso tan nuestro que podíamos ir a ver cualquier día pero que, en realidad, no atendíamos nunca. Por ejemplo, ¿cuánto hace que no vamos por Rute? ¿Y por Priego? ¿Cómo estará Puente Genil? ¿Y los pueblos de la bella comarca de Los Pedroches? ¿Qué sabemos de Torreparedones? ¿Y del Guadiato? ¿Cuánto hace que no se acercan a Palma del Río? ¿O a Almodóvar? ¿Y el recinto amurallado de Baena? ¿Seguirá oliendo Zuheros a queso desde la última feria? ¿Podremos conocer el castillo del Belalcázar? La Catedral de la Sierra en Hinojosa, los paisajes de Montoro, la sierra de Hornachuelos, los vinos de Montilla, Lucena... Miren, que ya no debo alargarme, pero todos esos destinos y muchos más nos aguardan.