Música recomendada: The chase de John Barry.

Se puede acusar a este Gobierno de errores de cálculo al afrontar esta pandemia, algunos de ellos de bulto como el de la compra de los miles de test inservibles que ha hecho que acumulemos algo más de retraso en la lucha contra aquella; pero de lo que no se le puede culpar es de la situación del sistema público de salud que tenemos en España, fruto no solo de las políticas chatas de cada comunidad autónoma en cuanto a gestión (¡cuánto tendríamos aquí, en Andalucía, que reprochar de situaciones de nefasta organización de recursos sanitarios antes y durante esta crisis sanitaria¡) sino, sobre todo, consecuencia de la política de recortes -impuestos por el denominado austericidio llevado incluso a nuestra Constitución española vía artículo 135- y también esa carrera privatizadora emprendida por algunos de esos gobiernos regionales. Pero los que pretendemos concienciarnos -porque tenemos la profunda convicción- de que no son momentos de hacer de este problema un insistente reproche, tenemos una obligación moral y cívica de reprender a todas esas personas que, víctimas de sus propias miserias humanas y que galopan irresponsablemente sobre ese caballo, hoy desbocado, llamado miedo, han emprendido una auténtica cacería contra todos los que están intentando dar soluciones a este problema de primera magnitud, incluso histórica, para nuestra nación y el mundo entero.

A esos «cazadores» de puesto fijo, pagado y calentito que aprovechan estas circunstancias para sacar a pasear sus resentimientos pasados -como quien hace una repugnante ¡comparativa! entre la actitud frente a las masacres del régimen franquista en el que aún están instalados y las muertes por el coronavirus- a la vez que se permiten hacer una continua enmienda a la totalidad a las medidas tomadas por nuestro Gobierno -de forma especialmente intensa a las que se toman para proteger el empleo como impedir los despidos basados en el covid-19- , les pediría que, por favor, levanten la mirada y vean, por ejemplo, la subida exponencial de contagios y muertes en países para ellos «ejemplares» como EEUU y Reino Unido y la total carencia de recursos predispuestos con la que cuentan para combatirlos, unido a la falta absoluta de anticipación teniendo incluso como antecedentes a países como China, Corea, Italia y España ¿también son unos ineptos o incompetentes? Ah ¡claro! es que -dirán- «lo que ocurra en aquellos países no nos afecta directamente». Se equivocan, precisamente, porque estamos ante un problema, nunca mejor dicho, global. ¿Por qué no reprochan a EEUU, por ejemplo, que no disponga inmediatamente de todo su potencial económico para conseguir una cura y/o vacuna no para hacer negocio con las multinacionales farmacéuticas sino para entregarlas a toda la humanidad gratuitamente?

Mientras que algunos de estos «perseguidores» ya casi profesionales, aprovechan las manifestaciones de apoyo de todo un país que sale a las ventanas y balcones a aplaudir a las personas que se están jugando la vida -literalmente hablando- para tergiversar dicho mensaje, utilizandolo como arma arrojadiza, hay muchos auténticos y valientes españoles a todos los niveles de la administración, del Gobierno y en general de todas las actividades esenciales necesarias en estos momentos que se rompen la cabeza, intentando mantener el ritmo cardíaco de este país, a la vez que el ánimo y el tesón para encontrar soluciones ante problemas que, como esta pandemia, son cambiantes y dificilísimos de prever.

No vale el «y tú más»: primero porque el problema que tenemos no es ni comparable a otros por los que ha pasado España y que han tenido que afrontar otros gobiernos; y segundo, porque, como decía, un gran porcentaje de la problemática que tenemos de falta de medios, personal, hospitales, protocolos, etc. no son causa directa de decisiones actuales sino herencia de políticas de todos los gobiernos, de todos los colores y de todos los niveles de la administración. Así que «el que esté libre de pecado» que tire la primera piedra.

Yo si tengo un par de reproches. El primero «nos» lo hago a todos y más que un reproche es un ruego: aprendamos de lo ocurrido y no tomemos todas nuestras decisiones, sobre todo las importantes, solo guiados por los algoritmos (o encuestas), confiemos en lo sucesivo, también, en la intuición y experiencia humana. Más humanidad y menos «big data».

El segundo se lo hago a esa jauría a la que me refiero para que aprovechen este confinamiento y procuren cultivar sus más altos valores como personas, en definitiva, que sean más humanos y menos jauría.

* Abogado