La más simple de las operaciones se viste estos días de tragedia. Las personas perdidas, las recuperadas. Ya se llena el Whasapp de imágenes de amigos o familiares con el signo de victoria. Han sobrevivido. En las esferas privadas se vive al día, sacudidos por las sumas y las restas. En la esfera pública, abundan las colaboraciones entre administraciones. El discurso partidista cada vez parece más inútil cuando las vidas se escurren entre los dedos. El día después habrá más restas. La económica será terrible. Ahora todos clamamos por una sanidad más dotada de recursos. ¿De dónde saldrá el dinero?

Vendrán los balances. Y los reproches. Pero ninguna administración, de ningún partido, supo o pudo prepararse. Respiradores, mascarillas, todo ha faltado. Pero, al menos, lo que no hemos tenido que aguantar son los discursos que abogan por sacrificar a los más vulnerables.

A diferencia de otros países, ningún político ha sido tan ruin para poner ese debate, esa bomba de relojería social sobre la mesa. Y eso, aunque ahora no parezca mucho, es la suma más reconfortante para el futuro. No hemos perdido la humanidad.

* Escritora