Buscas tentar mi fe: «¡No sé cómo Dios permite esto!». Y yo te digo: «¿Dios?... Dios creó la vida según lo que Él es: todo amor. Pero los humanos, en nuestra incansable vanidad, la queremos recrear no con las pautas del amor, en las que ya está creada, sino con las del poder, el dinero, la violencia, la mentira… Y la vida nos responde tal como la tratamos. Es así de simple y de sencillo. Si mis pulmones están hechos para respirar aire, me ahogo bajo el agua; un pez, al contrario. No puedo pervertir eso; estoy hecho así. Si la vida ha sido creada para el amor, al planearla de otra manera sufro las consecuencias. Dios no tiene nada que ver». Pero insistes: «Pues un niño no ha hecho nada para que le llegue sufrimiento». Y yo te contesto: Ésta es la otra parte de la misma cuestión. En nuestro inagotable egoísmo, no somos conscientes de que lo que nos procuremos a nosotros mismos se lo procuramos a los demás y al universo. Si yo no amo, transmito esa violencia al mundo, en el pasado, el presente y el futuro. Un hilo muy sutil pero inquebrantable nos une al todo, y por eso el todo depende de cada uno y cada uno depende del todo. No hay otro universo al que podamos emigrar. El amor de Dios es así de poderoso o de inútil. Poderoso si cuenta con nosotros para que la vida prospere hacia dentro y hacia lo que nos rodea; inútil si rechazamos el amor. Estamos hechos de amor. El egoísta es incapaz de amar. Por eso trata mejor a sus objetos que a sí mismo, sin conciencia de que vive creando y recibiendo muerte. Maltrato, humillaciones, dependencias. Si vivimos así la vida, ¿cómo nos va a responder la vida? Dios no puede hacer nada; no es un mago que interviene en la Historia cada vez que descomponemos el mundo. Él creó la vida y nos pone en ella para que disfrutemos y sigamos su obra, siendo prolongaciones de su amor. Pero no vivimos así, y así recibimos las consecuencias. Porque el drama del ser humano es que, haga lo que haga, no puede dejar de ser humano. Es decir, que tenemos que atenernos a las pautas morales con las que somos creados; cuanto más nos alejemos del amor, más padecemos su vacío. No podemos crear vida sin amor, sino sólo sufrimiento. O nos armonizamos con el orden moral que somos o sufrimos las consecuencias. Es así de exacto y de objetivo.

* Escritor