Hablo por teléfono con el escritor Carmelo Casaño que, en su siempre amena y divertida sabiduría, me recuerda, ya que estoy escribiendo este diario del coronavirus , el Diario del año de la peste (A Journal of the Plague Year) del escritor Daniel Defoe.

El autor de Robinson Crusoe Robinson Crusoepublicó esa novela en 1722, y en ella relata con muchos detalles, personajes y lugares, los acontecimientos de la gran plaga que sufrió la ciudad de Londres en 1665, cómo les llegaron noticias -por cartas de comerciantes, todo era lento, dice Defoe, porque no había periódicos entonces- de que había peste en Holanda, cómo se produce en un distrito londinense la muerte de dos franceses, que se oculta, cómo se va difundiendo la enfermedad por parroquias, cómo llega el pánico y la gente rica huye hacia sus propiedades en el campo, cómo se hunde la ciudad y llega a haber hasta 4.000 muertes diarias, los grandes sacrificios, los médicos, la gente pobre, el pillaje.... Cuando ocurrió esa epidemia, Daniel Defoe tenía 5 años, así que se supone que basa su bien contada historia (fácil de encontrar en internet) en los diarios de un tío suyo, Henry Foe. Lo confirma al terminar con estos versos «Una terrible peste hubo en Londres/ En el año sesenta y cinco/ Que arrasó con cien mil almas/ ¡Y sin embargo estoy vivo!», y firma H. F.

Parte del interés de la novela, además de que retrata la condición humana, está en que es el primer diario sobre estos hechos, pues aunque los recogió un alto funcionario, Samuel Pepys, en su diario personal, este se publicó un siglo más tarde. Hoy conocemos puntualmente lo que pasa gracias a los periódicos -este, su periódico- y los otros medios de comunicación, pero la gente siente deseo de relatar cómo son los días del confinamiento por esta nueva plaga, el coronavirus. Además de los diarios que algunos periodistas escribimos, hay muchas personas dejando constancia, íntima o en las redes, de estos aconteceres, de lo que pasa alrededor, de cómo se sienten. El covid-19 ha resucitado un género que estaba un poco olvidado y que ayuda a ordenar los pensamientos y a afrontar la realidad. Anímense.