Escribo estas líneas poco antes de que aterrice el avión que salió de La Habana, con destino a la Lombardía (Italia), con 53 cubanos y cubanas miembros de la brigada Henry Reeve, de personal sanitario, para colaborar solidariamente con el país transalpino y con toda la humanidad, en la lucha contra el covid-19.

Conozco perfectamente todo el ritual protocolario que utilizan los cubanos cuando despiden una brigada de personal sanitario a cualquier país del mundo. Son cientos de misiones a las que los científicos, médicos o enfermeros cubanos se llevan enfrentando en los últimos cincuenta años. En la inmensa mayoría de las tragedias que hemos visto por televisión en las últimas décadas, sobre todo en los países más pobres del mundo, pocas horas después de la misma un contingente de médicos cubanos llegaban al Aeropuerto José Martí para embarcarse en esa nueva misión.

Tragedias naturales como el terremoto de Pakistán en 2005 que causó 20.000 muertos, el terremoto de Haití, la lucha contra el ébola en África… Son simples ejemplos de los países donde las diferentes brigadas de han cumplido con su deber internacionalista. Seguramente jamás habréis visto ni una sola noticia en ningún medio de comunicación europeo sobre esta circunstancia, ¿casualidad? Seguro que no.

Como decía, conozco el ritual protocolario. Hoy en el Aeropuerto alguien muy importante de la dirección del país y del partido, posiblemente dada la envergadura de la misión el propio Presidente Díaz Canel, habrá despedido al personal sanitario en la escalera del avión, uno a uno, una a una, deseándoles éxitos en la misión y arengando a las brigadas explicándole la importancia histórica de lo que están haciendo en esos momentos, en un último intento de subirles la moral revolucionaria, haciéndoles sentirse como lo que son, los héroes y heroínas de un país pobre, entregado al bien de la humanidad. Antes de subirse en el avión, el jefe de la brigada desplegará una bandera cubana (que posiblemente le haya hecho llegar, o eso le dirán, el propio Raúl Castro), en un último acto de despedida en la mayor de las Antillas.

Muchas horas después de un largo vuelo, el protocolo sigue, el primer acto comienza como el de la despedida, cuando arriben en el aeropuerto italiano, el jefe de la brigada volverá a sacar la bandera cubana en un hecho muy significativo y que llenará de orgullo, no sólo a esos brigadistas que saben lo que supone ese gesto, y su significado histórico, si no a todo un país en el que se repetirá la imagen una y otra vez, tanto en el noticiero como en la mesa redonda de mañana y pasado. A partir de ahí, los nombres de los médicos cubanos y el de su jefe de brigada, serán conocidos por la sociedad cubana al mismo nivel que el de cualquier pelotero (jugador de béisbol), o futbolista de club famoso.

Pero ¿qué representa la bandera de Cuba en la escalera del avión en el aeropuerto italiano? Esa es la gran pregunta que hoy deberíamos de hacernos los seres humanos.

Cuba es un país, bloqueado, cuyo embargo criminal por parte de EEUU y Europa lleva más de 50 años castigando a una sociedad que resiste gracias a tener un pueblo culto y que es consciente de la época histórica que le ha tocado vivir. A pesar de eso, según la UNESCO y varios organismos internacionales coinciden en que Cuba es el país de América Latina y el Caribe con los mayores índices de nivel de vida, sobre todo en educación y sanidad.

Hoy será difícil ocultar para los medios de comunicación occidentales la llegada de la brigada a Italia, era mucho más fácil cuando esta brigada iba a cualquier país pobre del mundo, pero hoy los médicos y el personal sanitario cubano llega a una de las regiones más ricas del mundo, la Lombardía italiana.

Esta noche en horario europeo, Cuba le dará una lección al mundo, una más, pero esta será conocida, a pesar de haberlos bloqueado, a pesar de todo lo que le hemos hecho sufrir y el daño causado en las últimas décadas, los médicos bajarán de ese avión. En un mundo acostumbrado a dar lo que sobra, Cuba va a compartir lo poco que tiene, en uno de los mayores actos de solidaridad y colaboración de la historia reciente. Lo realmente sorprendente, es que este hecho no es nada nuevo para ellos y ellas, sin embargo, es tan novedoso para nosotros…

Ojalá una de las grandes lecciones de esta pandemia sea aprender, aprender a pensar por nosotros y nosotras mismas, aprender a darle valor a las cosas realmente importantes, aprender la importancia de lo público, la sanidad y la educación como prioridad inaplazable, aprender que lo público es lo que nos hace iguales, en resumen, aprender a ser mejores personas.

En 1953, alguien terminó un discurso con la frase, “La historia me absolverá”, curiosamente, al desplegar la bandera, ellos y ellas sabrán, que la historia lo ha absuelto.

*Pedro García Jiménez

Coordinador Provincial de Izquierda Unida Córdoba.