Andalucía, cuando éramos chicos, no sé lo que era para nosotros, que leíamos periódicos hechos del todo en Madrid. Luego, después de conocer parte de la vida en los espacios universitarios madrileños, Andalucía se convirtió, sobre todo, en una copla verdiblanca cantada por Carlos Cano y también en un himno interpretado por Miguel Ríos. Y en un sentimiento que aunaba la indiferencia por el adoctrinamiento de la Dictadura con la sensación de libertad y unidad con las otras provincias andaluzas que nos ofrecía la Transición. Y la aparición de un nuevo tiempo enmarcado en la filosofía que estábamos empezando a aprender. Y que se quedó escrito en libros como 1973-83 Memoria de la Transición democrática. Crónica de un sueño y 1980. Referéndum del pueblo andaluz. 28F Crónica de una esperanza en los que fuimos dirigidos por Antonio Ramos Espejo. Andalucía ya había entrado dentro de nosotros. Quizá por eso le echamos un pulso a la oficialidad y el mismo día del referéndum, el 28 de febrero, sacamos en mi pueblo el tercer número de El Jardal -información villaraltera, ácrata y sin padrinos--, un extra autonomía que distribuimos el día del referéndum, con lo que de pulso a la norma podía suponer. En ese momento se me había acabado el contrato en su delegación de Córdoba con el periódico El Correo de Andalucía y disponía de más tiempo. Una habitación de mi casa de Villaralto, que había sido cuarto de huéspedes en su día, y en esos momentos se prestaba a todas las utilidades, sobre todo a las que tendían a alargar la noche, sirvió de Redacción de este número, un lugar tan libre en aquellos momentos de periodismo utópico que cada uno de los que tenía alguna responsabilidad en la edición entraba y salía de la habitación para hacer su trabajo cuando lo creía conveniente. En la portada -donde una mujer desnuda, pintada por Charo Fernández Torrico, se levantaba del mapa de Andalucía- mandaba el título «Despiértate y... anda, Lucía» y en la contraportada, también con el rostro de una mujer morena, se podía leer: «Viva Andalucía viva». Y se anunciaban entrevistas exclusivas con Julio Anguita (PCE), José Aumente (PSA) y Joaquín Martínez Bjorkman (PSOE) y hacíamos además una semblanza de Rafael Alberti, poeta en la calle. Éramos un grupo de jóvenes de Villaralto, a 83 kilómetros de la capital, Córdoba, entusiasmados por el porvenir que se avecinaba para esta tierra nuestra, que hacíamos una invitación a que Andalucía se levantara y anduviera, un claro posicionamiento a favor del referéndum andaluz por la vía del artículo 151. Ya habíamos hecho nuestros del todo los colores verde y blanco de su bandera. Que el pasado viernes la oficialidad entregó a nuestro querido tenor Pablo García-López, que empezó a aprender su arte en Villaralto.