Esta noche a las 3 serán las dos y volveremos a aquellas preguntas de cada primavera y otoño de mi padre --¿amanece antes o nos acostamos después?-- que no necesitan contestación lógica porque desde la primera vez que se alteró el reloj, en 1973 por la crisis del petróleo, los humanos, que siempre somos los mismos, nos volvemos a hacer las mismas preguntas. Lo cierto es que comienza el tiempo del anochecer antes, cuando San Rafael se toma unas vacaciones y nos deja a nuestro libre albedrío para que vayamos al campo a hacer peroles, que hay menos probabilidad de prender fuego dañino. La Córdoba de San Rafael, que es el custodio de la ciudad para agnósticos, beatos y creyentes, da ahora un paso atrás como para recalentarse en los seis meses en los que va a invernar hasta que llegue mayo, el nuevo tiempo de la ciudad. En el calendario que marca el custodio Córdoba se exhibe desde mayo a octubre y se recoge desde noviembre hasta abril, dos estaciones tan de esta ciudad como la Cátedra de Ramón Medina, Los de Sierra Morena, la Orquesta de Plectro, Noches de mi Ribera o el Centro Filarmónico Eduardo Lucena. Esta noche, en que a las tres serán las dos y dormiremos (o lo que sea) una hora más, ya como si fuera invierno, en Chile hay protestas por la desigualdad entre personas, el número de ricos se dispara y también aumenta el de los pobres, Evo Morales empieza a acarrear dudas de legitimidad democrática, encuentran un camión con 39 cadáveres en Gran Bretaña, Cáritas lanza su campaña «Nadie sin hogar» y, menos mal, India Martínez, una cantante cordobesa famosa, presenta su disco «Palmeras», el barrio donde nació, de entrada un atrevimiento coherente en una sociedad donde se mira y valora la apariencia. Lo de India Martínez, en tiempos en que el sitio donde vino al mundo es uno de los barrios más castigados de España y Europa por la exclusión social, es una esperanza porque, según afirma, «hoy abro el tesoro de mi origen y me inspiro en mi tierra, porque quien no tiene raíces jamás podrá desplegar las ramas». No está mal esta afirmación por San Rafael, el custodio de la ciudad que vigila también el comportamiento de sus habitantes. Como India Martínez.