Son muchas las personas que se quejan de la incapacidad de los partidos y de los políticos para llegar a un acuerdo de investidura tras las elecciones.

Y les doy la razón. Y ahora, ¿tienen que cambiar los ciudadanos para que se obtenga otro resultado? O ¿tienen que cambiar las estrategias de los partidos? Evidentemente me inclino por la segunda alternativa. En el primer caso, el resultado solo se podría cambiar por el efecto que tenga la abstención, lo que no es la mejor solución democrática.

El bloqueo político nunca puede ser una estrategia aceptable. Los ciudadanos votan y los partidos tienen que asumir el papel que se les asigne, de Gobierno u oposición.

Es evidente que, para las circunstancias políticas actuales, el sistema de elección de la Presidencia del Gobierno no es el adecuado, pues se posibilita el bloqueo parlamentario a la investidura. Hay que modificarlo y mejorarlo. Necesitamos arbitrar un sistema que imposibilite el bloqueo parlamentario. Así lo tienen ya regulado las comunidades autónomas del País Vasco, Asturias y Castilla-La Mancha. Habrá que lograr un consenso al respecto, pues son distintas las alternativas y las cuestiones a debatir para convencer a la mayoría de las fuerzas parlamentarias.

Mientras tanto, no podemos seguir así, utilizando el bloqueo como estrategia partidista. El sentido común nos dice, que quien gana las elecciones debe poder formar Gobierno, a no ser que una mayoría parlamentaria consiguiera otra alternativa, como ha ocurrido en Andalucía. Pero tras unas elecciones debiese estar garantizada la investidura de la Presidencia y la consiguiente formación del Gobierno. Hay que impedir siempre la repetición electoral, lo que significa asumir democráticamente el resultado de las elecciones.

En la política debemos encontrar la solución a los problemas. La política debe ser siempre útil a la sociedad. La política no puede crear problemas añadidos y los partidos no pueden tomar decisiones, por sus intereses propios, cuando van en sentido contrario al interés general.

Siendo diputado socialista, tuve que abstenerme con mi grupo parlamentario en la investidura de Mariano Rajoy, para que no se tuvieran que repetir, por segunda vez, las elecciones generales. Y lo hice convencido de que lo hacíamos por el interés general, «a pesar de los pesares».

Los partidos de derechas, tanto PP como Ciudadanos, tienen mucha responsabilidad en lo sucedido y en que volvamos a las urnas el 10-N. Su estrategia política ha sido el bloqueo parlamentario a la investidura de Pedro Sánchez. Y Podemos, aunque de forma distinta, pero también ha sido partícipe de este bloqueo parlamentario a un Gobierno socialista.

Solo pido que la abstención no sea en este caso la solución al problema, sino que la solución venga por que las fuerzas parlamentarias se vean obligadas a cambiar sus estrategias partidistas, una vez se conozca el resultado electoral. En esta ocasión, el 10-N hay una razón más para votar y no abstenernos.

* Exdiputado socialista por Córdoba