Uno de los mayores problemas endémicos de nuestro país es el paro, aún más grande y más grave en Andalucía donde uno de cuatro españoles parados es andaluz. El desempleo es la hidra de siete cabezas de lo devora todo: la ilusión, los ahorros, los viajes, el esfuerzo, el ánimo, los estudios, la dignidad, la alegría, las caricias, el amor y, lo que es peor de todo, la esperanza. Y la tendencia no mejora. Durante el primer semestre del año en curso, una de cada tres empresas españolas hizo reducción de empleo. No hay día que no se anuncien ERE, esta semana el de Acerinox en Cádiz, Renault en Sevilla, prejubilaciones en Telefónica a los 53 años, o una brutal reducción o reconversión de plantilla en los grandes bancos como la Caixa y Santander. Tenemos todos los medios para vivir todos bien pero debemos estar haciendo lo contrario, porque vamos a menos y el paro va a más. Muchos son los motivos de vivir y persistir en esta situación precaria, pero no menor es la irrupción de las nuevas tecnologías aplicadas en el mundo laboral sin ética ni moral. Por una sentencia judicial hemos sabido esta semana que después de trece años currando en un hotel de Canarias, Lopesan Hotel Management SL, la empresa despidió a una empleada para sustituirla por un robot. La justicia española ha puesto en evidencia que el histórico miedo de obreros o trabajadores a ser sustituidos por máquinas que desempeñen su misma labor, pero sin cansarse ni dormir ni cotizar, es más que una amenaza pero tiene un límite y pasa por un despido improcedente. La sentencia dictada por un juzgado de Canarias obliga a la empresa a readmitir en su puesto a la trabajadora o, de persistir en su apuesta por la máquina frente a la persona, apoquinar una indemnización de 28.305 euros; 33 días de salario por año trabajado con un máximo de 24 mensualidades, además de 863 euros más intereses, por omitirse el preaviso de despido que debería haberse llevado a cabo en una extinción de contrato injustificada, que es lo que se ha acreditado en el proceso. En este despido improcedente, más el agravio y humillación a una empleada, un juez ha hecho justicia y ha puesto humanidad donde la empresa solo veía un número, un robot, suma de beneficios y poca vergüenza. Espero que además siente jurisprudencia, pero no debemos olvidar que paralelamente a la ciencia debemos avanzar en lo ético y en lo moral para asegurarnos que es utilizada en nuestro mejor beneficio, en beneficio de todos. La ciencia cumple hoy la función que antes tenía la religión. Gracias a la ciencia vivimos más y mejor, y un niño no se muere de diarrea, pero lo mismo que salva vidas nos puede llevar a la ruina.

* Periodista