Jamás el mundo había tenido una superpoblación como la actual ni una demanda de consumo tan brutal como la de hoy, para unos recursos naturales limitados de por sí y cuyo abuso está provocando una crisis climática, que es uno de los mayores retos con los que se enfrenta la humanidad. Provocada por un modelo de producción extractivista, basado en el uso de los combustibles fósiles y la presión en una economía global para que los productos sean fabricados en terceros países con menores derechos laborales y nulos controles ambientales, sumado a un modelo agroalimentario cada vez más industrializado e intensivista está llevando a un problema económico, ambiental y social sin precedentes. El sistema actual de desarrollo es, además de injusto, totalmente insostenible para el planeta.

Urge abandonar los combustibles fósiles, apostar por una energía 100 % renovable y reducir de manera urgente y prioritaria a cero las emisiones netas de carbono lo antes posible. No responder con suficiente rapidez y contundencia a la emergencia climática, ecológica y civilizatoria supondrá la muerte y el aumento de la pobreza extrema para millones de personas, además de la extinción de muchas especies e, incluso, de ecosistemas completos, dada la erosión del planeta, la subida de las temperaturas, o el crecimiento de los océanos como ha confirmado la comunidad científica.

Un nuevo modelo energético que se ha ido frenando exclusivamente por intereses económicos de las grandes corporaciones industriales, lobbies de donantes de fondos a partidos políticos y oficinas de colocación por el sistema de puertas giratorias de exresponsables públicos. Así, existe tecnología desarrollada para los vehículos por hidrógeno con gran autonomía, libre de emisiones y mucho más barata, pero ni la industria del automóvil ni las grandes petroleras permiten su desarrollo; como tampoco las industrias eléctricas permiten la libre implementación de las placas solares para el autoabastecimiento generalizado, porque se les acaba el monopolio existente.

Aunque contribuyeron a la toma de conciencia, en general ha fracasado la eficacia tanto de las llamadas Cumbres de la Tierra, como el Protocolo de Kioto para la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero, al no contar con el acuerdo de Estados Unidos, uno de los mayores contaminantes del mundo, ni con el seguimiento de algunos países, siendo España su principal incumplidor en el ámbito europeo.

Por eso, esta semana comenzó con la denuncia en la cumbre por la Acción Climática de Nueva York, donde aún resuenan las palabras de la activista Greta Thunberg a los países de Naciones Unidas: «La gente está sufriendo, la gente está muriendo, colapsan ecosistemas enteros, estamos en el principio de una extinción masiva y todo de lo que podéis hablar es sobre dinero y cuentos de hadas de crecimiento económico eterno. ¿Cómo os atrevéis?... Nos estáis fallando pero la gente joven empieza a entender vuestra traición». Y termina con la huelga y movilizaciones previstas para estos días en todo el mundo, pidiendo que se declare la emergencia climática y se tomen las medidas concretas necesarias para reducir a cero las emisiones de gases de efecto invernadero, exigiendo un nuevo modelo socioecológico que no comprometa la supervivencia de la vida tal y como la conocemos. Antonio Guterres, secretario general de ONU, reconoció que esta carrera la estamos perdiendo. Hacen falta hoy medidas y compromiso urgente. Mañana es tarde.

* Abogado y mediador