No vamos bien. Las fábricas siguen vomitando miles de millones de objetos cada día, y algunos hasta se ufanan, ¡crecemos! Hasta que todo reviente. Copérnico ya advirtió de que en la naturaleza no había nada superfluo ni inútil, pero no contaba con la avidez humana. Es momento de pasar del desarrollo lineal exponencial al desarrollo circular acotado. Copiar a la naturaleza terrícola que lleva millones de años dando vueltas en equilibrio, combinando sus moléculas sin crear desechos. Un paso clave es sustituir la cosa por el servicio. Por la mañana no necesitamos grifos ni duchas, ni siquiera agua y jabón, sino asearnos. No necesitamos coches ni bicicletas, necesitamos desplazarnos. Hay que reducir la cantidad de materia necesaria para satisfacer cada necesidad. Y aquí surge la posibilidad de ofrecer un servicio al cliente, en vez de venderle un objeto y desentenderse de él (del objeto y del cliente). Hemos de pasar de ser propietarios consumidores a usuarios. La empresa Mud Jeans ofrece un servicio de leasing de tejanos, lo eliges, lo cambias, te lo reparan, y finalmente lo reciclan en nuevos modelos. Philips ha planteado un novedoso servicio de pay-per-lux, es decir, pago por el uso de cada unidad de luz; la idea surgió de Thomas Rau, quien les planteó lo siguiente: «Lo que quiero es unas horas de luz al día, si creen que necesito una lámpara, electricidad o lo que sea, de acuerdo, pero no estoy interesado en el producto sino en su servicio, solo quiero comprar luz». Ya se preocupará la empresa de obtenerla con los mínimos recursos posibles. Al contrario de cuando te vende materia, que intentan encajarte la máxima posible. «El reto real no es el cambio climático, sino el cambio de nuestras mentes». Efectivamente, hay estrategias mucho más interesantes que la del naíf reciclado. La agencia creativa Ideo, en colaboración con la Fundación EllenMacArthur, ha publicado una guía de diseño para la economía circular que propugna un cambio radical del actual sistema productivo.

*Arquitecto