Agonizan. Ésta es la terrible realidad de los bancos de Séneca en el Parque de los Patos. El suma y sigue de las agresiones a este bien patrimonial protegido, dedicado a uno de nuestros más insignes paisanos ¡qué cruel paradoja! ubicado, -para más INRI- justo en el trayecto tan transitado de la estaciones de tren y autobuses al centro histórico de la ciudad, es decir, a la vista diaria de viajeros, turistas, vecinos... vaya vergonzosa impresión (de despedida o bienvenida) de nuestra universal ciudad, «regala», al paso...

Nacieron como zona de lectura y esparcimiento en los años 20 del s. XX rodeando una biblioteca municipal -pabellón hexagonal del que nada queda, pero ocupó la hoy vacía explanada central- que llegó a albergar para uso público más de 2.000 ejemplares además de una sección infantil (la primera que hubo en la ciudad) y estuvo abierta con gran éxito (llegó a contar con más de 20.000 lectores al año) hasta 1963. Hoy, la devastadora combinación de los gamberros graffitis, los botellones (acérquense por ejemplo un domingo temprano para ver los efectos de la resaca), los numerosos fragmentos desprendidos de la cerámica toledana vidriada que los recubre -o

directamente arrancados de cuajo, cual souvenir-, el natural desgaste erosivo del paso del tiempo, la vegetación saliéndose con la suya... ahora este despliegue okupa... unido a la peor de todas, la dejadez institucional - el «mirar para otro lado» de la Administración competente - le han llevado a este punto terminal.

¿Cuántos de los 35 azulejos con sentencias de Séneca que, además de embellecer diseminadamente los asientos son poderosas enseñanzas, siguen legibles y «en pie»?

¿La policía pasa por allí?, ¿tan difícil es establecer una vigilancia periódica, sobre todo nocturna, e imponer multas a todo aquel que se adueña de este enclave sin respetarlo?

Con el peligro añadido de convertirse en foco insalubre dentro de un pulmón verde como es este parque, uno de los más veteranos de la ciudad, zona de sano recreo y encuentro distendido de familias, juegos de niños, mascotas...

A falta de dedicar una partida presupuestaria que restaure los bancos (en la medida de lo posible, ya), les devuelva su dignidad y el arte que tienen (aunque quién lo diría en su estado actual), e incluso les dé un aprovechamiento cultural (que es el objetivo con el que se construyeron) ¿por qué no, para empezar, se valla su acotado para impedir el acceso? Este monumento no puede esperar su turno condicionado a que la vecina Biblioteca del Estado abra sus puertas.

Aún a nuestro Lucio Anneo Séneca le quedan fuerzas desde estos asientos para seguir iluminándonos con su pensamiento... tiene mérito, porque vaya manera de honrar su memoria, que es también Patrimonio de la Humanidad, tenemos en su ciudad natal.

Solución a este penoso abandono y degradación. Ni un día más.