Qué bonito es vivir en un país donde eres libre, hasta para que te puedan quitar tu casa y sigas pagándola tú (todo un chollo, oiga). Ah, y también para que el banco sea el nuevo dueño de esa casa; tan libre como para que te quedes sin trabajo y sin subsidio al mismo tiempo y tan sumamente libre como para elegir el médico que quizás te opere dentro de tres años. Qué libertad tan grande la que ejercemos para poder elegir la universidad en la que quieras no poder estudiar porque tendrás la libertad de no poder tener beca. País este, llamado España, en donde puedes ser libre para poder ser pobre de solemnidad si te apetece y donde podrás morir libremente debajo de un puente, si es tu gusto, pues la libertad de poder tener una vivienda digna la podrás ejercer ahí mismo, si es tu no deseo. En este país donde tendrás la libertad, solo por nacer en él, también de escoger no ir a manifestarte porque una ley democrática velará por tí, para que no te metas en líos. Qué satisfacción tan grande y qué paz interior, poder optar libremente a irte al extranjero a trabajar de camarero, siendo arquitecto, enfermero o ingeniero, o quedarte aquí, con un buen medio contrato, de medio sueldo mínimo garantizado, con jornada entera y horas extras aseguradas.

Tan libre como para poder ir a comer al hogar social de Cáritas o al de tu ayuntamiento, ¡vamos, un chollo!

Y qué me dices de la tranquilidad que te da poder elegir libremente ir a la sala de juegos que hay en tu calle y, si no, la de la calle de al lado... O cualquiera de las decenas que hay en tu ciudad.

El culmen de la felicidad, gracias a esta libertad, tan bien concedida a pulso, es la de poder elegir libremente a nuestro político corrupto, que pone la lista de tu partido político corrupto preferido... Ohhh, qué gozada de libertad.

No me digas que no respiras esa libertad, porque no me lo puedo creer. Caso de ser así (que lo dudo), tendrás que pensar seriamente que no eres un buen patriota.

* Técnico en Relaciones Laborales