Hace más de 30 años mi querido profesor, el jesuita José Juan Romero, pronunciaba la lección magistral en el acto académico de Fin de Carrera de la 20ª promoción de ETEA (de la que formo parte), celebrada en Córdoba, el 6 de junio de 1987. Dicha última lección del curso se titulaba «Nuevas tendencias en Política Regional: el desarrollo del potencial endógeno».

El profesor Romero afirmaba, citando a Naisbitt, que una de las macrotendencias (megatrends) es precisamente la confianza en la ayuda propia, es decir, en la iniciativa propia, en los propios recursos, en las propias potencialidades, de cara a todo tipo de actividades. En política regional, la movilización del potencial endógeno apuntaba hacia fórmulas de desarrollo que partían de lo que ya existe sobre el terreno, a nivel local, para valorizarlo al máximo y modificarlo sólo gradualmente, sosteniendo en lo posible una continuidad con sus raíces históricas y culturales. Esta referencia a la política regional basada en la capacidad de movilizar los recursos propios para favorecer el desarrollo económico de zonas y comarcas, le sirvió al profesor Romero para que, en el contexto de un final de curso, apelara a que lo sembrado durante los cinco años de estudio diera su fruto y puedan ofrecer sus fortalezas al servicio de la sociedad. Apelaba al potencial y al talento personal que debe aflorar para que cada alumno encuentre su camino en la nueva etapa que se iniciaba.

Efectivamente, es el desarrollo del potencial endógeno un alegato por las capacidades personales y por el talento que toda persona tiene y que debe aprovechar adecuadamente, como se dice en la cita bíblica de la parábola de los talentos, en la que Dios confía sus dones o talentos a los hombres con la obligación de que los desarrollen, que espera una respuesta fructífera por parte de cada persona, y que la inactividad, por miedo, el exceso de precaución o cobardía, la pereza, o la simple omisión consciente en hacer rendir los talentos recibidos es criticada por el propio Jesús.

El potencial endógeno de las personas, su talento, se encuentra en las fortalezas y en su entrenamiento. Por ello se debe corregir la mala costumbre de aprender a mirar mucho más nuestras limitaciones que nuestras fortalezas. La dificultad es que no nos han enseñado en cómo encontrar ese talento que todos tenemos. Una guía para encontrarlo está en la capacidad de sorpresa, la emoción más poderosa vinculada con el aprendizaje. Otra pista nos la muestra Mihály Csikszentmihalyi, que en su fantástico libro Flow, habla del concepto de flujo como «el estado en el cual las personas se hayan tan involucradas en la actividad que nada más parece importarles; la experiencia, por sí misma, es tan placentera que las personas la realizarán incluso aunque tenga un gran coste, por el puro motivo de hacerla». Se caracteriza por la plena absorción en la tarea, altos niveles de motivación, pérdida del sentido del paso del tiempo y una alta sensación de disfrute con lo que se está haciendo.

Tal como terminaba el profesor José Juan Romero en la última lección de la 20ª promoción de ETEA, apelando al desarrollo de las propias potencialidades de cada alumno, el Preámbulo de la Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa, también apela a que «nuestras personas y sus talentos son lo más valioso que tenemos como país» y que «detrás de los talentos de las personas están los valores que los vertebran, las actitudes que los impulsan, las competencias que los materializan y los conocimientos que los construyen». En consecuencia, movilizar el potencial endógeno de las personas, se convierte en la mejor estrategia de acción y palanca de transformación de una sociedad como la española, sabiendo que identificar el talento se muestra esencial para afrontar con motivación y éxito la carrera profesional y la aventura de vivir. Tomar conciencia de esta extraordinaria habilidad innata forma parte del viaje interior al conocimiento personal que aporta claridad sobre nuestro propósito esencial, valor y utilidad como personas.

* Profesor asociado de la Universidad de Córdoba