Una pregunta: ¿qué tienen en común El señor de los anillos, Avatar, Star Trek y The big bang theory (aparte de entusiastas seguidores incondicionales)?

Pues que en todas estas creaciones audiovisuales los personajes manejan con soltura lenguas inventadas. Tanto en los tres libros de Tolkien y su correspondiente versión cinematográfica, como en el universo de los habitantes de la luna ficticia Pandora de Avatar o en el cosmos interestelar de Star Trek, los personajes hablan (y escriben) lenguas como el élfico, el na’vi o el klingon, que también usan en sus ratos de ocio los cuatro científicos varones frikis de Big bang.

De hecho, la invención de lenguas artificiales es una interesante constante de la cultura humana, cuya culminación es probablemente la creación del esperanto de Zamenhof en el siglo XIX, y que prosigue con lenguas de invención reciente, como el dothraki de Juego de Tronos.

¿Se ha detenido a pensar alguna vez si, por ejemplo, la lengua élfica que usa la feérica dama blanca (y, glups, el atractivo protagonista) de El señor de los anillos es sencillamente una jerigonza inventada para la ocasión a fin de aportar un toque de misterio y sofisticación? ¿O es, por el contrario, un sistema ordenado y coherente con palabras especializadas que funcionan para designar acciones o cualidades, con sonidos articulados, un determinado orden sintáctico de las frases o un bello sistema de escritura?

Se trata, claro, del segundo caso. Todas estas lenguas artificiales mencionadas disponen de una gramática coherente diseñada por una persona experta en el funcionamiento del lenguaje, es decir, un lingüista, como era el caso del propio Tolkien, de Okrand, creador del klingon, Peterson para el dothraki, y demás.

¿Se imagina qué extraordinaria sensación de supercreador tiene que ser inventar una lengua? Por ejemplo: decidamos cómo vamos a indicar que un sustantivo tiene género masculino o femenino (o neutro). ¿Con una pequeña variación al final de la palabra, al estilo de nuestras lenguas románicas, o mejor añadiendo una partícula delante del término, o qué sé yo -seamos más creativos-, variando la entonación del vocablo, y decidiendo que los sustantivos femeninos tendrán una curva tonal diferente de los de género masculino? ¿Y cómo expresaremos la orientación temporal? Es más: ¿y si en esa lengua inventada decidimos que solo hay un tiempo, el de presente, y se acabó lo de volver nuestros ojos y mente sobre lo que ya pasó y quedó atrás; y basta también de inventar circunstancias que todavía no se han producido? ¡A la porra con la lata de los tiempos de pasado y de futuro!

Venga, a ver, imagine qué tipo de persona experta es capaz de tan descomunal y rigurosa tarea de inventar toda una lengua artificial coherente.

Pues aunque es probable que a priori no haya pensado en esa posibilidad, resulta que también hay mujeres en la historia que han inventado lenguas. Sin ir más lejos, la experta en ciencia-ficción Ursula K. Le Guin creó una lengua inventada en su libro El nombre del mundo es Bosque, como parte de un espacio de experimentación para imaginar un futuro distinto en el que las relaciones entre los sexos constituyen una alternativa al sistema patriarcal que conocemos.

Y hay más. En el siglo XIX, durante la famosa moda de las histéricas, los mentalistas y los espiritistas (nótese el género gramatical que se ha atribuido tradicionalmente a cada uno de estos tres grupos -las histéricas son solo ellas-), existen casos documentados de mujeres como Hélène Smith, quien durante agotadoras sesiones de, digamos, conexión cósmica inventó lenguas tan exóticas como el uraniano, lengua hablada, como cabe imaginar, por seres de otros planetas, y cuya estructura descrita por la médium llegó a fascinar a Ferdinand de Saussure, padre del estructuralismo y del estudio moderno del lenguaje. Y sepan que Smith no ha sido la única mujer en la historia que ha inventado una asombrosa lengua artificial.

Sé todo esto gracias a otra lingüista, mi amiga la catedrática de Lingüística de la Universidad de Extremadura Carmen Galán, que ha elaborado un estudio al tiempo rigurosísimo y muy ameno sobre las lenguas artificiales inventadas por mujeres a lo largo de la historia. Su trabajo Glosolalias femeninas e invención de lenguas ha ganado un premio nacional de investigación. Ah. Y por si le interesa, hay podcast (https://goo.gl/JwWGdP) de nuestra conversación en una emisión de la sección Todo es lenguaje del programa Gente despierta de Radio Nacional.

* Catedrática de la UB