Vamos a ver. Está muy bien clamar contra los políticos y la derogación de Madrid Central, pero el hecho en sí es que el primer día que entró en vigor la moratoria de las multas, el centro se llenó de coches apestosos. Está muy bien decir que los políticos son unos vándalos y que hay que cuidar el medio ambiente pero, queridos, luego hay que ejercer. Está muy bien que queramos que el Gobierno legisle para cuidar de nosotros, pero en nuestra mano está hacer mucho más de lo que se nos obliga, y al final nos puede la pereza. Es muy fácil dejar de usar botellas de plástico y tener una de cristal; es sencillo hacerse con unas bolsas de tela para comprar la fruta; es fácil usar el transporte público y dejar el coche en casa siempre que no sea estrictamente necesario. Podemos reciclarlo todo, pero también podemos partir de la base misma, y entrar menos plásticos en nuestra casa. Podemos comprar menos ropa, coger más el tren, hacer menos ruido (que también es contaminación). Podemos bajar el termostato de la calefacción o subir el del aire acondicionado para vivir con confort, y no asados o congelados, respectivamente. Podemos aprovechar mejor la comida para no tirar, lo mismo que podemos adoptar un perro o un gato, en vez de comprarnos uno. No es necesario tener todo nuevo a estrenar: podemos reciclar en más aspectos de los que creemos. ¿Hace falta que el Gobierno legisle para que nos entre en la cabeza que en nuestra mano está revertir el desastre medioambiental hacia el que vamos? Hay políticos que no tienen solución, y lo de Madrid Central es solo el último de los ejemplos. Pero, repito: los que conducen por donde no deben no son los políticos, somos nosotros. Felices vacaciones.

* Periodista