Ya están constituidas las corporaciones municipales a lo largo y ancho de este país. Hemos oído, atentamente, los propósitos generosos de los partidos políticos que conforman el arco municipal. La exclusión social es sin duda alguna la mayor preocupación que todos han mostrado en sus primeras palabras. Trabajar por aquellas personas que corren el riesgo de no recibir justicia social y que progresivamente se muestran indiferentes en los procesos electorales. Es decir, personas que requieren apoyo educativo, integrador, reparador de desajustes urbanos y sociales. Nos gusta la letra pero tomemos en serio la política y nada de bromas.

Tomemos en serio la gobernanza y el respeto, tanto a la vecindad como al gobernante. Desprestigiar las instituciones y a las personas que soberana, libre y democráticamente los conciudadanos han elegido para representarnos y para elegir sus equipos, supone alimentar a los antisistemas y a la abstención que, al parecer, preocupa. Jorge Luis Borges añadiría a su Historia Universal de la Infamia a los pirómanos que prenden redes sociales para turbios intereses.

Estamos asistiendo a nivel nacional a un espectáculo tan denigrante de componendas políticas que asquea la bajeza e inmoralidad de algunos para alcanzar el poder. Afortunadamente, los inteligentes concejales de nuestros municipios se rigen por valores superiores y anteponen el bien público a intereses espurios. A nadie se le ocurre mezclar política local con familia, amigos o hijos. Cada persona es un proyecto en sí independiente y respetable. Las personas educadas no harían nunca escarnio con los principios consagrados en nuestra Constitución. Confío plenamente que la legislatura municipal que comienza será fructífera pues cuenta con personas muy cualificadas, sobradamente preparadas, educadas en el respeto y la prudencia, y con una capacidad de trabajo a prueba de soportar a los viejos modos políticos. Feliz Corpus.

* Historiador y periodista