Al dictar en 1844 las normas para crear el museo había un antecedente en la ciudad, Pedro Leonardo de Villaceballos, que en 1740 se definió como «mero aficionado a las vetustedades de letreros, monedas y piedras» y muestra su colección en el patio y pórtico de su casa, en soportes expositivos que reproducen manuscritos del siglo XVIII que reconstruyen el Zevallano Antiqui Museo Cordobés.

Tendría que pasar un siglo para citar de nuevo un museo en Córdoba. Los bienes desamortizados a la Iglesia por Mendizábal desde 1835, constituirán el museo de pintura, citando la prensa al «naciente museo que se enriquece con nuevas pinturas de conventos suprimidos, esculturas y curiosidades antiguas».

En agosto de 1842 el Ministerio de Gobernación insta al jefe político a confirmar si en Córdoba existían biblioteca y museo. Un año después la Comisión de Monumentos acuerda «erigir un museo de pinturas con objetos que se consideran dignos de conservar» y una Real Orden de octubre de 1844 lo crea oficialmente con pinturas, esculturas y restos arqueológicos desamortizados. Tiempo después, su director Diego Monroy firma el «Catálogo de los cuadros recogidos de conventos que con destino a la formación del museo se hallan provisionalmente depositados en el edificio de la Diputación» en el Convento de San Pablo, primera sede del Museo. Ya en mayo de 1854 el Diario de Córdoba anuncia el horario de apertura al público en un edificio considerado poco idóneo, por ello en junio de 1861 solicitan el antiguo Hospital de la Caridad en la Plaza del Potro que había que acondicionar a museo instalándose en 1862, tras la reforma del arquitecto Pedro Nolasco Meléndez y dirección técnica de Ramón Aguilar, nombrando conservador a Rafael Romero Barros, que instala las pinturas y la incipiente colección arqueológica. Su primer inventario recoge 289 pinturas, el cervatillo de Medina Azahara, la campana del Abad Sansón y piezas arqueológicas.

Fallecido Romero Barros en 1895, su hijo Enrique asume la responsabilidad con intensa dedicación hasta su muerte en 1956, aunque en junio de 1941 renuncia al cargo, nombrando director a su sobrino Rafael.

Para el museo, la muerte de Julio Romero de Torres el 10 de mayo de 1930 supone un reto. En una ciudad conmocionada su viuda e hijos depositan en el museo parte de sus pinturas. Con rapidez el Ministerio consigna presupuestos y adecua un espacio, inaugurando el presidente de la República y los ministros de Instrucción Pública y de Hacienda el Pabellón Julio Romero de Torres del Museo de Bellas Artes en noviembre de 1931. Poco después se incrementan la colección y los problemas de espacio, parcialmente solucionados al comprar una casa anexa, reinaugurándose en mayo de 1936.

A pesar de diferentes titularidad y gestión del Ministerio de Instrucción Pública o Cultura, Diputación o Ayuntamiento de Córdoba, la historia de los Museos de Bellas Artes y de Julio Romero de Torres transcurre en paralelo durante décadas, con los Romero de Torres como directores, conservadores o restauradores. La transferencia de gestión del Bellas Artes a la Junta de Andalucía en 1984 cambia radicalmente el panorama.

Entre 1956 que muere Enrique Romero y 1978 que se jubila Rafael Romero, el museo languidece y termina cerrando sus puertas. Tiempo después se reclama su reapertura y ante la presión el Ministerio de Cultura comisiona a su delegado provincial a un mínimo acondicionamiento y reapertura. Una reforma integral, entre 1981 y 1986, lo pone de nuevo en el panorama de los museos españoles. El camino a recorrer aún es largo y un nuevo edificio, cuyo plan museológico se presentó en 2011, es un ansiado deseo de quienes hemos formado parte del museo, creado en el mismo año que la Guardia Civil, que se hizo la primera foto de la Mezquita Catedral y que Franz Liszt tocó el piano en el Liceo artístico y literario de Córdoba.

Desde sus inicios han sido numerosas las adquisiciones, donaciones y depósitos, el edificio y sus instalaciones han tenido importantes reformas, pues en 1981 no tenía agua ni luz eléctrica. Las actividades de las últimas décadas han sido modélicas y la conservación, investigación y difusión continuas.

Cumple 175 años con un esperanzador futuro, reforzando desde la memoria y el conocimiento la conservación, exposición, investigación y difusión de sus colecciones con la planificación como eficaz sistema de gestión.

¡Museo, feliz cumpleaños!

* Directora del Museo de Bellas Artes de Córdoba entre 1981 y 2012